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Reportaje:

Un galimatías de campeonato

La guerra entre los equipos y organizadores de la fórmula 1 ha desfigurado la competición

Oriol Puigdemont

En el mundillo de los espectáculos televisivos hay una frase muy recurrente que describe perfectamente el papel que desempeña la suerte en este sector: "A veces, parece mentira que el programa se llegue a emitir". Esta misma sentencia podría aplicarse ahora perfectamente a la fórmula 1, que atraviesa uno de sus momentos más delicados debido a la escisión que existe entre los principales equipos, liderada por Ferrari, y la Federación Internacional del Automóvil (FIA), con Max Mosley a la cabeza. La gran cantidad de actores que intervienen en este certamen ha provocado que el galimatías haya adquirido una dimensión colosal.

El motivo que esgrimen unos y otros para enrocarse en sus posturas gira alrededor del límite presupuestario voluntario que la FIA pretende aplicar a partir de la próxima temporada (45 millones de euros por equipo), y que dividiría el campeonato en dos: los equipos adscritos al plan de recorte podrían mejorar tecnológicamente sus monoplazas durante la temporada; el resto podría gastar más, pero sin avances. Una vez que el Tribunal de París se declaró no competente para admitir la demanda interpuesta por Ferrari contra la Federación, que argumentaba que la FIA vulneró el derecho de veto que consta en el Pacto de la Concordia de 2005, los hay que han ido un poco más allá. Al parecer, por el paddock que estos días colapsa Montecarlo corre un dossier que los distintos jefes de equipo se van pasando de mano en mano en el que se detallan los pormenores de un campeonato paralelo, ajeno a la Formula One Management (FOM), de la que Bernie Ecclestone es el presidente, y a la FIA.

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Sea factible o no que este certamen pueda llegar a ponerse en marcha, Ecclestone no dudó ni un momento ayer, y admitió que los acontecimientos se están enmarañando demasiado y que el escenario comienza a preocuparle. "Lo más probable es que la solución no llegue antes del plazo fijado para que los equipos se inscriban [el próximo 29 de mayo], porque no va a ser fácil que todo se solucione rápidamente", dijo Ecclestone, que también dio los motivos que le hacen pensar que perder a Ferrari sería un golpe muy duro para el Mundial. "Me preocupa que puedan marcharse. Desde que la F-1 arrancó [en 1950], hemos tenido 70 entradas y salidas de equipos, pero Ferrari ha sido el único que se ha mantenido desde el primer día y hasta ahora", argumentó el magnate británico.

Acerca del derecho de veto esgrimido por la Scuderia para tratar de frenar los cambios previstos para 2010, Ecclestone se refirió a una simple cuestión de plazos. "El derecho de veto hay que utilizarlo cuando toca. O sea, que si hay algún cambio hoy, hay que denunciarlo el lunes que viene", explicó Ecclestone, en referencia a que Ferrari debería haber interpuesto su demanda inmediatamente después de que el Consejo Mundial aprobara las medidas de reducción de costes (30 de abril).

De cualquier forma, la asociación de equipos (FOTA) tiene previsto reunirse hoy para abordar el problema, pero parece poco probable que el panorama se despeje demasiado porque las dos posturas (la que mantiene la FIA y la de los equipos) están demasiado alejadas. Más aún si se atiende a que el principal perjudicado es Ferrari, el equipo que, como hace unos meses desveló el propio Ecclestone, ha recibido más dinero en concepto de derechos de explotación.

Precisamente, la falta de acuerdo que ha habido entre las escuderías a lo largo de los años es lo que ha otorgado a Ecclestone un poder prácticamente supremo en este circo que prácticamente cada año cambia de reglamentación y que cada vez es menos reconocible para los espectadores y para los propios pilotos y equipos. En 2005, los principales actores ya amagaron con crear un campeonato paralelo al oficial. Finalmente, Ferrari se desmarcó y firmó el Pacto de la Concordia, algo que no hicieron los demás equipos, que han ido recibiendo el dinero que Ecclestone les ha ido soltando cuando él ha querido. Ahora la situación se ha enquistado de tal manera que el futuro de la competición más tecnológica es indescifrable.

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