Adolfo Careaga, un liberal de Neguri
Conocí a Adolfo Careaga, fallecido el 16 de mayo, cuando tenía mis horribles 18 años y estudiaba COU. En plena campaña para las elecciones generales de 1986, Careaga repartía un día propaganda de Coalición Popular en la Gran Vía bilbaína, cuando rechacé el folleto que me ofrecía con una respuesta propia de la edad: "Lo último que haría sería votar a una candidatura encabezada por un facha como tú". El hombre no se arredró, detuvo su reparto y me invitó a tomar un café. Todavía no sé cómo acepté. No logró convencerme para que le votara, aunque sí me impresionó con su biografía.
Era un auténtico bon vivant de Neguri, entrañable hasta decir basta, gran amante de la buena mesa, las conversaciones civilizadas, los libros, la ópera y los toros. Nacido en Bilbao el 8 de enero de 1923, cuatro días antes de cumplir los 14 años se produjo un trágico suceso que marcó su vida e ideas: el asesinato de su padre, Adolfo G. de Careaga y Urquijo, último alcalde monárquico de Bilbao, en los asaltos a las cárceles bilbaínas en plena Guerra Civil, tras uno de los bombardeos de la capital vizcaína. La figura de su padre y la de Gregorio Balparda, ex diputado y ex alcalde liberal de Bilbao, también asesinado en 1936, serían siempre sus referentes políticos. A ambos quiso emular. Fue diputado, pero no pasó de teniente de alcalde en Bilbao, tras encabezar una de las pocas candidaturas que UCD logró presentar en Vizcaya en las primeras municipales.
Crecido en el Neguri de los vencedores, decidió, como su primo Antonio Menchaca, ser liberal cuando la mayoría de sus amigos y parientes del acomodado barrio guechotarra optaban por seguir copando los consejos de administración de las principales empresas o bancos vascos, o se mantenían fieles a Franco y a la causa de sus muertos en la Guerra Civil. Poco antes de morir el dictador, Careaga hablaba de reconciliación y democracia, primero en círculos reducidos, tiempo después en las páginas de El Correo de Bilbao.
Con las primeras elecciones democráticas a la vista, estrenó su afición por los partidos minoritarios. Primero creó, en 1977, Alianza Liberal Vasca, que no pasó de su presentación. Y optó por presentarse con Democracia Cristiana Vasca, para reconocer tras el escrutinio que ya nadie se acordaba de Gil Robles. De ahí a UCD, hasta ser él quien apagó la luz y cerró la puerta tras la disolución de este partido en Bilbao.
Derecha vasca unida
Su sueño siempre fue una derecha vasca unida, pero, cuando se hizo realidad con la refundación de AP en el PP, un malentendido con Álvarez-Cascos le separó del proyecto. Fundaría en 1992 Unidad Vizcaína, un partido antinacionalista de jubilados que querían emular en Vizcaya el éxito de la extinta Unidad Alavesa y con el que jamás concurrió a las urnas.
A pesar de que fue discreta e injustamente vetado en la prensa vasca por su agresividad literaria contra el nacionalismo, siguió colaborando esporádicamente hasta sus últimos días en diversos medios.
Gorka Angulo es periodista.
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