Canciones de un poeta seductor
Serrat triunfa en Madrid con un recital intimista y cómplice con el público
Su voz, su guitarra y el acompañamiento del piano. Y sus canciones, claro, esas poesías convertidas en música que tararean de memoria varias generaciones. Joan Manuel Serrat no necesitó nada más para encandilar anoche a un público madrileño entregado a la simpatía y a la calidez de uno de los cantantes más queridos de este país. "Poeta", le gritó una espectadora en una exclamación que resumía lo que pensaban las 1.500 personas que se congregaron en el teatro Circo Price para asistir al primero de los cinco conciertos que el noi de Poble Sec ofrecerá en Madrid. Bien a partir de poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández o Joan Salvat-Papasseit, bien a partir de sus propias composiciones, Serrat ha convertido siempre un lirismo tierno y combativo en el estandarte de su música. No en vano el movimiento de la nova cançó catalana, del que Serrat formó parte en los sesenta y en los setenta, creció a imagen y semejanza de los grandes cantautores franceses como Jacques Brel o Georges Brassens.
"La música forma parte de nuestras vidas", comentó el artista
Apareció en el escenario con un aire inequívoco de progre maduro a sus 65 años -pantalones vaqueros, camiseta negra y camisa gris- y tras los acordes del Caminante no hay camino, Serrat confesó su placer por "compartir de nuevo la sal, el pan y el vino con los amigos y con el público de Madrid". Quizá sea el Nano el artista catalán más estimado en una capital de España que incluso le perdona a Serrat su pasión por el Barça que anoche tuvo que mostrar de nuevo. "¿Tienen ustedes tiempo?" preguntó el cantante en uno de sus monólogos ante el público. "Lo digo", añadió, "porque igual alguno está apresurado por ir a ver el fútbol
[la final de Copa se disputó durante el concierto]". "Aquí somos del Madrid", contestaron desde el patio de butacas. Sin perder la sonrisa Serrat hurgó en la herida de esta temporada para los madridistas. "Bueno, pero a ustedes también les gustará ver buen fútbol". Risas y aplausos rubricaron la respuesta. De cualquier modo, Serrat pidió a sus allegados que no le comentaran las incidencias del partido hasta que no terminara el concierto para no ponerse nervioso.
Junto con su inseparable pianista, Ricard Miralles, el cantante catalán planteó un recital intimista y cómplice con un auditorio que, en su mayoría, superaba los 40 años y considera a Serrat un capítulo de su memoria sentimental. "Las canciones, la música", dijo, "forman parte de nuestras vidas y las amamos en relación a nosotros". Por ello fueron desfilando por el escenario algunas piezas nuevas entrelazadas con Penélope, Mediterráneo, Esos locos bajitos, Hoy puede ser un gran día o Para la libertad que representan una banda sonora de la España reciente.
Seductor siempre en un concierto que duró algo más de dos horas, poeta con sus canciones, actor en sus monólogos e irónico a través de sus comentarios, Joan Manuel Serrat demostró anoche las razones que lo han elevado a la categoría de un mito. Con una sencilla escenografía -donde se proyectaban fotos y vídeos en una pantalla en forma de estrella- y lejos de grandes escenarios, Serrat volcó en su primer recital madrileño el talento y la maestría de un cantante con cerca de medio centenar de discos a sus espaldas, de multitud de canciones que ya son historia viva.
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