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Análisis:Econonía global
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Llueve menos... pero hay riesgo de inundación

Llueve menos?, se preguntaba Joaquín Estefanía hace unos días en un artículo en EL PAÍS refiriéndose a la crisis internacional, y en particular a las menores tasas de caída de la producción y del consumo en los últimos meses respecto a los cuatro o cinco meses previos. El título es especialmente acertado, porque nos recuerda que, aunque menos..., sigue lloviendo, o sea, que hasta ahora las señales "positivas" son que si bien no se observan signos de recuperación económica, parece haberse ralentizado la velocidad con la que se deteriora la economía.

En algunos casos, en especial en el mundo desarrollado, la aparición de "menos noticias malas" -que hasta pueden leerse como buenas noticias- es de gran relevancia, ya que evitar un deterioro adicional de las expectativas puede ser crucial para cambiar la intención de gasto de ciertos sectores. Ello, junto con el extraordinario paquete de estímulo fiscal y monetario, en especial en Estados Unidos, puede ser el germen del proceso de recuperación.

Sin embargo, también está la otra lectura -que se aplica en particular a los países en desarrollo- que nos dice que, si sigue lloviendo, aunque sea menos que hace unos meses, puede ser que la lluvia adicional termine con las últimas, muchas veces precarias, resistencias a la inundación. En otras palabras, en el caso de los países en desarrollo y en particular en América Latina, el hecho de que siga lloviendo, aunque menos, puede no ser suficiente para evitar un agravamiento de la crisis.

Veamos este punto en mayor detalle. En estos meses se han comenzado a deteriorar algunas de las mejoras de los últimos años, no sólo en el plano social, sino también en el macroeconómico. Las cuentas públicas ya no lucen demasiado bien, como consecuencia de la recesión y, en muchos países, de la disminución de los precios de exportación; algo similar se puede apreciar cuando se considera el desequilibrio externo, como consecuencia del deterioro de los términos de intercambio, la disminución en el volumen de las exportaciones y los menores ingresos por turismo y por remesas.

Hasta ahora, ambos efectos han podido ser amortiguados por la mayor fortaleza que muestran los indicadores fiscales y del sector externo de la región, incluyendo la reducción de la deuda pública respecto del producto y su mejor "calidad" (plazos, tasas y disminución relativa de la deuda en moneda extranjera) y la fuerte reducción de la deuda externa en términos de las reservas internacionales, cuyo monto ha aumentado de forma considerable. Pero el interrogante es cuánto durará esta situación. Determinante para contestar esa pregunta es el ritmo de recuperación del "centro", como diría Raúl Prebisch, y en especial considerando que es casi imposible que haya mejoras en términos de remesas y turismo en los próximos meses, de los precios de exportación de la región. Sin la recuperación parcial de estos precios seguirá el deterioro de los indicadores fiscales y del sector externo y habrá una mayor caída del nivel de actividad económica, lo que sin duda traerá aparejado un empeoramiento de los indicadores fiscales y tensiones en el plano social y político. La consecuencia será una menor capacidad de acceder a los mercados financieros internacionales en un proceso que rápidamente puede encontrar su "círculo vicioso". Es decir, si "sigue lloviendo", las expectativas sobre la solvencia de la región tenderán a deteriorar la situación de liquidez y, por tanto, las posibilidades de acceso al financiamiento internacional.

Se podría argumentar que estos factores no son muy diferentes de los que afectarían a los países desarrollados. Sin embargo, la diferencia no sólo es considerable en términos del shock externo (en especial, remesas y precios de exportación), sino también por la diferencia en el aumento del costo del endeudamiento. Para dar un ejemplo, si se considera el periodo junio 2008-marzo 2009, países con un "buen comportamiento" como Brasil, México y Perú tuvieron un aumento en el coste de sus bonos en dólares respecto del rendimiento de los bonos de Estados Unidos del orden de los 2,5 puntos porcentuales. Por su parte, España, uno de los países desarrollados más castigados en términos del aumento del coste del endeudamiento, en el mismo periodo había aumentado este coste respecto a la tasa de interés de los bonos de Alemania en "sólo" 0,77 puntos porcentuales. Lo que es más grave, un aumento similar en el déficit fiscal de los países de América Latina respecto de España (por no hablar de Alemania o Estados Unidos) es probable que genere un aumento mayor en el coste del endeudamiento de los primeros y hasta es probable que no genere aumentos en la mayoría de los países desarrollados.

Ante esta situación, ¿qué es lo que puede hacer América Latina? Pues no mucho más de lo que está haciendo, aunque, como es obvio, siempre se pueden hacer algunas cosas mejor que en la actualidad. ¿Qué es lo que puede hacer el centro? Pues, además de "poner toda la carne en el asador" en términos de medidas fiscales y monetarias (todavía hay margen en algunos países de Europa), implementar en el muy corto plazo las medidas anunciadas por el G-20 respecto del aumento de la capacidad de financiamiento de los organismos internacionales y en particular del Fondo Monetario Internacional. Esta mayor liquidez puede ser clave para evitar la "inundación", al menos en varios países de la región. Seis meses pueden ser el tiempo que separa el "círculo vicioso" de la recesión, el aumento de la pobreza, las tensiones sociales y el debilitamiento de los indicadores macroeconómicos, del "círculo virtuoso" que en esta coyuntura significaría evitar un deterioro mayor que deje secuelas económicas, sociales y políticas difíciles de revertir. No hay tiempo que perder; los recursos que hoy servirían para evitar los efectos arriba mencionados, en unos meses sólo servirán para financiar la salida de capitales. Parafraseando a Ortega y Gasset, señores de los países desarrollados, y muy especialmente del G-7: "¡a las cosas!".

José Luis Machinea ha sido secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) y actualmente es director de la Cátedra Raúl Prebisch en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).

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