Científicos de la Carlos III diseñan unas gafas que cambian de color
Científicos de la Universidad Carlos III de Madrid participan en el diseño de unas gafas inteligentes que cambian de color en segundos según la tensión aplicada mediante cristales electrocrómicos para filtrar la luz y mejorar la agudeza visual de personas con baja visión.
Las lentes incorporan unos filtros de luz que cambian automáticamente gracias a un conjunto de sensores que captan el nivel y tipo de iluminación (sol, halógeno, tungsteno...) y aplican una tensión sobre unos cristales que cambian de color cuando se les aplica una carga eléctrica (electrocrómicos), según informa la Universidad.
Las gafas también se pueden controlar manualmente mediante unos botones colocados en la patilla, que regulan el oscurecimiento del filtro a voluntad. "Estas gafas con filtros ópticos de transmitancia variable son útiles y cómodas para personas que tengan baja visión, una característica común a muchas enfermedades visuales en las que se reduce la agudeza visual", explica uno de los investigadores del proyecto, Ricardo Vergaz.
"Más de un millón de personas pueden llegar a tener baja visión en España; estos filtros pueden ayudar a un gran porcentaje de las mismas", indica Vergaz. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 135 millones de personas padecen baja visión.
Los investigadores han solicitado la patente de este aparato, incluyendo la electrónica de control, que es la parte en la que se concentran los esfuerzos de los científicos para conseguir que las personas con discapacidad puedan usar estas gafas. Su trabajo se ha presentado esta semana en el ARVO, congreso mundial de oftalmología que se celebra en Florida (EE UU).
La idea de iniciar esta línea de investigación comenzó hace más de tres años con financiación del IMSERSO y la Fundación de Lucha contra la Ceguera. Hasta ahora se han empleado en algunos casos filtros fotocromáticos (gafas normales que se oscurecen cuando hay sol), pero suelen ser lentos en comparación con los nuevos filtros, pasando de minutos a segundos el cambio de tonalidad.
La parte electrónica estará muy optimizada a finales del próximo verano. "Después, si conseguimos financiación podremos fabricar cristales, un prototipo adecuado y comenzar el estudio clínico en un año", detalla Vergaz. "Si todo sale bien en un futuro cercano se podría mejorar la vida cotidiana de muchas personas".
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