Matachines iletrados
Los brutos siempre intentan imponer su criterio por la fuerza. Desarmados de argumentos, medianamente inteligibles, hacen uso del abuso, de la ofensa y la amenaza contra quienes no pueden rebatir dialécticamente sin hacer exhibición de su propia indigencia intelectual. Un ejemplo reciente lo tenemos en el popular Alfonso Rous, presidente de la Diputación Valenciana, que ante las protestas de los profesores por la política de educación reaccionó calificándolos de gilipollas y enardeciendo a las masas en un mitin al grito de: "¡Vamos a rematarlos!". La aversión que este caballero siente hacia la cultura y hacia quienes pretenden difundirla queda bien patente en su página web, donde asegura que: "El mundo está lleno de fracasados bien educados". Este comportamiento responde a un patrón común en las ideologías fascistas. Cuanta menos educación, cuanta menos información y cultura tenga el pueblo, más fácil será de dominar. Una masa amedrentada y preferiblemente analfabeta representa el ideal para cualquiera nostálgico de la dictadura. Por eso, durante el franquismo existió una encarnizada persecución contra los intelectuales que no pusieron su talento a servicio del régimen.
Con estas actitudes, inadmisibles en un Estado democrático, no sólo está en juego la educación y la cultura de los ciudadanos. Lo que se dirime realmente es su libertad. La que pretenden rematar estos matachines iletrados para poder seguir gobernando a golpe de mazo cavernícola.
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