Un hombre sin sombra
Un buen día, Harry Bedford descubre que ha perdido su sombra por las calles de Nueva York. Un buen día, Andrés Sanz descubre que vive en el centro de una polémica en la Red. El primero es el protagonista de Bedford (2003), un impresionante corto con aire retro premiado por todo el mundo, obra de Sanz, poderoso cineasta que estos días, sin comerlo ni beberlo, ha sido mencionado insistentemente por la Red: el nuevo trabajo de Nacho Vigalondo (Marisa) recuerda mucho a un viejo filme de Sanz, Emily (1995). Y todo se puede encontrar en Internet.
Discusiones aparte, Bed-ford es otro prodigio de un autor poco prolífico, que acaba de estrenar Flat love -ganador hace 15 días del certamen de Rivas-Vaciamadrid- un corto narrado por Isabella Rossellini y que puede verse en el ciclo de cine que acompaña a la exposición dedicada a la sombra en el arte, organizada por el museo Thyssen-Bornemisza. En la sesión, junto a Bedford, en un acertado matrimonio cinematográfico, se proyecta Tren de sombras (1997), de José Luis Guerín, una de esas películas que hacen avanzar el arte fílmico, una exploración experimental sobre la fuerza de la imagen y, por tanto, de las sombras. En cualquier caso, ambas son todo un disfrute.
Sobre la firma
![Gregorio Belinchón](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Faf2fcf40-0f04-4e09-8ac6-2a289ec0a84f.png?auth=6065fc9ace6725c5b61e5b39c1d687f87c6f74c2d39400bb4e40f566b1ca52c2&width=100&height=100&smart=true)