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Crónica:BARCELONA 78 - CSKA 82 | Final a Cuatro de la Euroliga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sin oficio no hay final

Siskauskas y los errores en los detalles decisivos sentencian al Barça ante el CSKA

Robert Álvarez

El Regal Barça sucumbió con la ingenuidad de los equipos emergentes pero todavía sin afilar y, en su décima Final a Cuatro (undécima en total) se convirtió en la presa de un CSKA de Moscú que manejó con una sencillez demoledora los minutos decisivos. El Barça irrumpió al galope (21-12), resistió hasta el último cuarto y, a partir de ahí, se fue resquebrajando lenta pero inexorablemente.

Devorado por Siskauskas y el oficio del CSKA, el Barça fue perdiendo fuelle a base de acumular pequeños errores pero vitales en la medida en que el reloj se acercaba a cero. Dos pérdidas de balón de Lakovic, dos rebotes defensivos cedidos a un escolta como Langdon, los problemas de faltas que eliminaron a Vázquez y redujeron sensiblemente la posibilidad de que Navarro dejara huella profunda en el partido o lo poco que pudieron decir Ilyasova, Sada y Barton fueron minando la respuesta del Barça a la precisión creciente del juego del CSKA.

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El equipo de Messina se pasó el primer tiempo haciendo labor de zapa, jugando a contrapelo, víctima del acelerón inicial del Barça. Primero tuvo que ajustar su defensa para mitigar la lluvia de triples desatada por Lakovic, Andersen y Navarro. Al mismo tiempo tuvo que desanudar un trajín ofensivo en el que gastó mucha pólvora para apenas poner en marcha su contador, con 12 paupérrimos puntos en el primer cuarto y jugadores importantes como Smodis, Holden y Siskauskas sumidos en la miseria.

Messina le dio vueltas al asunto. Puso en cancha al joven Kaun para cerrar el candado en la zona y fajarse con Santiago. Situó en pista a un quinteto con cuatro jugadores altos para obligar al Barça a cambiar la táctica y los papeles encomendados de inicio. Le dio el timón a Zisis y minutos a Khryapa para intentar algún robo de balón y conseguir un par de canastas fáciles que aliviaron sus penurias. Le buscaron las cosquillas a Navarro y se las encontraron.

Al Barça lo sostuvo durante muchos minutos el mismo hombre al que fichó del CSKA el pasado verano, David Andersen. El australiano con pasaporte danés brindó una exhibición de saber estar en un partido tan decisivo. Incluso pareció estar bendecido por una varita mágica en su palmeo sobre la bocina al final del primer tiempo, en el triple nada más dar inicio el segundo (39-30), o en una de sus últimas canastas sobre el tiempo de posesión que le llevó hasta los 24 puntos, ya cuando el Barça sentía el acoso y la presión del CSKA.

Xavi Pascual le dio un pequeño receso a Andersen con 61-56. Dos minutos después, cuando regresó, su equipo ya había perdido por primera vez la delantera en el marcador (61-64). No encontró el Barça la manera de meter en cintura a Siskauskas, una pesadilla, pese al marcaje que tanto desgastó a Basile, absolutamente dominador de los acontecimientos finales. Sus 29 puntos, 18 en el último cuarto, resultaron definitivos. El Barça no logró echarle el lazo y entre él y Langdon, otro agobio para los aleros del Barça, y la máquina sincronizada en que Messina convierte a sus equipos en este tipo de partidos, la suerte quedó echada. El técnico italiano lo había vaticinado. Era cuestión de pequeños detalles. Casi todos los dominó el CSKA, de la mano de un técnico que no ha perdido ninguna de las ocho semifinales que ha dirigido desde un banquillo y que mañana optará a su quinto título.

Siskauskas pasa el balón entre Santiago y Barton.
Siskauskas pasa el balón entre Santiago y Barton.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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