Random Dance
El cóctel es complejo, pero se aviene a la esfera contemporánea en materias aparentemente ajenas. Wayne MacGregor bautizó a su compañía como Random Dance.
La etimología lo explica; y usemos randomize, es decir, hacer aleatorio el hecho artístico junto a unas obsesiones que devienen método: de un lado la sucesión numérica de Fibonacci (la biografía del matemático es argumento para un ballet en aquello de la alianza de civilizaciones), expresadas en filmaciones; de otra la espiral de Fermat (proyectada) que lleva al teorema de Steiner (momento de inercia, vibración, movimiento alrededor de un eje).
La música de Joby Talbot (Reino Unido, 1971: su partitura para el filme La muerte del cisne es una joya) se alía al endiablado eurítmico de Jon Hopkins (que ya aderezó a Coldplay o Massive Attack), electrónica que se supera a sí misma: danza de precisión desafiante, carrera hacia la nada de plena fisicalidad.
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