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Un islote industrial en pleno campo

Juan Goyeneche fue jefe de la Tesorería Real de Carlos II y se inició como hombre de negocios en 1697 alentado por una vocación reformista a contracorriente de la decadencia hispana a la que, desde su puesto en la corte, asistía. Para atajarla, obtuvo el favor regio y se hizo primero con la Gazeta de Noticias, luego llamada de Madrid, la primera gran revista española. El siguiente paso de Goyeneche fue la obtención de exenciones fiscales y derechos señoriales en distintos pueblos del sureste de Madrid para establecer un polo industrial y agrícola.

Entre tanto, Carlos II moría en 1700 sin sucesor y la guerra civil se adueñó del país. Goyeneche tomó partido por los borbones y desplegó sus iniciativas siguiendo pautas de teóricos racionalistas de la economía como el francés Colbert, que el emprendedor navarro decidió aplicar en la región madrileña. Leal a su patria chica, Arizcun, en el valle del Baztán, Goyeneche se hizo con un terreno extenso en el páramo de Acevedo, no lejos de Arganda, donde había concebido la idea de crear un polo de manufacturas y cultivos con recursos energéticos propios de agua y leña. Lo llamaría Nuevo Baztán.

Así, surgieron factorías de sombreros, textiles, cristales, tintes, papel, que funcionarían a pleno rendimiento durante todo el siglo XVIII hasta su declive al culminar la centuria. El conjunto se ubicaba en una vasta área cuyo corazón fue, precisamente, el palacio ideado por José Churriguera. Este edificio, declarado Bien de Interés Cultural en 2000, permanece vacío desde hace décadas, sin que haya cuajado hasta ahora ninguna de las muchas iniciativas para volverle a dar vida.

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