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Reportaje:Cuartos de la 'Champions': Barça-Bayern Múnich

Van Bommel puede con todo

El ex azulgrana es el primer capitán extranjero en Múnich por su fuerte carácter

Jordi Quixano

Como una desbandada, todos los futbolistas del Bayern se escaparon del Volkswagen Arena, estadio del Wolfsburgo, con la cabeza gacha. Ninguno atendió a la prensa después del descalabro, de perder 5 a 1. Sólo se detuvo el capitán, como siempre. Mark Van Bommel (Maasbracht, Holanda; 1977) da la cara para lo bueno y para lo malo. Bien lo sabe el técnico, Jürgen Klinsmann.

Nada más llegar al Bayern, Klinsmann exigió a sus futbolistas que se deshicieran de la pelota con premura. "El jugador alemán tarda un segundo más que el inglés en pasar el balón", definió a modo de lección el entrenador. Para Van Bommel, que es tan eficaz en las llegadas desde atrás como torpe en la conducción y en el pase de primeras, fue una rémora difícil de digerir. Tampoco le ayudó su vehemencia sobre el césped, su facilidad para ver cartulinas amarillas. Al segundo partido de la temporada, frente al Borussia Dortmund, vio la tarjeta roja. "No me puedo arriesgar tanto", sugería el técnico a sus más allegados, sugiriendo la fragilidad a la que les exponía el medio centro holandés. Y le castigó un par de partidos. Algo que no menguó un ápice su facilidad para ver cartulinas; suma diez amarillas y una roja en lo que va de curso.

Para Van Bommel no hay nada peor que estar en el banquillo. Por eso se fue del Barça, por más que le alinearan en el equipo titular en la final de París ante el Arsenal. "Van Bommel se siente culé", cuentan desde su entorno. Sólo así se entienden las butifarras

que le dedicó al Madrid hace dos años en la Champions. Pero se marchó al Bayern porque no tenía sitio en el once inicial azulgrana. Cuando perdió su puesto por decisión de Klinsmann, no se calló y mantuvo algún que otro rifirrafe dialéctico y público con él. Circunstancia que alimentó el siseo incontrolado de las gradas y de la prensa sobre su renovación o su marcha definitiva del club. Pero renovó por un año. Van Bommel recuperó la titularidad y perdió la desconsideración del ex seleccionador alemán. Aunque no la palabra.

Después de la victoria ante el Sporting de Lisboa (ida de los octavos de la Champions; 1-5), Van Bommel dio a entender que el equipo se había reunido a las espaldas del técnico para utilizar una táctica más ofensiva. Klinsmann lo negó vehementemente en la rueda de prensa posterior. Y no castigó al capitán -el primero extranjero en la historia del Bayern- porque buscó la unidad del equipo. Hasta el sábado pasado, cuando el Wolfsburgo les metió cinco goles. "Está en juego el futuro del Bayern y cada cual debe asumir sus responsabilidades y dar la cara", advirtió el técnico, sabedor de que la última vez que el equipo no ganó la Liga el entrenador (Félix Magath) fue despedido; "yo lo hecho durante 10 meses y ahora le toca a los jugadores; siento ira". Van Bommel captó el mensaje. "El técnico tiene razón cuando dice que debemos cuestionarnos", aseguró; "y si hay alguien débil de cabeza, no puede jugar aquí". Predica con el ejemplo: "Esto se arregla con voluntad, sacrificio, corriendo, saltando y volviendo a correr". Y remachó: "El Barça no me da miedo". A Van Bommel no hay quien le pare.

Van Bommel, tras perder 5-1 ante el Wolfsburgo.
Van Bommel, tras perder 5-1 ante el Wolfsburgo.AFP

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