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El PSM impide el paso de inspectores a las obras ilegales de su sede

Los socialistas se enfrentan a dos multas por remodelar sin licencia dos plantas de un edificio protegido en Callao

Daniel Verdú

Es relativamente frecuente que algunos vecinos, cuando llama el hombre de la compañía del gas, silencien su actividad en el interior de la vivienda y se hagan los suecos. Por aquello de no pagar. Pero no lo es tanto que eso suceda cuando el que llama es un inspector municipal para pedir la licencia de obras que se están haciendo en el interior. Máxime si quien las lleva a cabo es un partido político y el edificio está protegido por su valor arquitectónico.

Si no fuera por la gravedad de los hechos, se diría que la secuencia rozó ayer lo cómico en el Palacio de la Prensa de Madrid. A las nueve y media de la mañana dos inspectores de la Junta de Centro se presentaron en dicho edificio, en la plaza del Callao y construido en 1929 por Pedro Muguruza, donde el Partido Socialista de Madrid (PSM) pretende instalar su nueva sede. Lo hacían alertados por una información aparecida en La Razón en la que se señalaba que se estaban haciendo obras sin licencia. Los funcionarios lo constataron desde fuera. Pero, pese a que "oyeron ruido", nadie quiso abrirles la puerta. No hubo manera.

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Volvieron más tarde. Sobre las 12.30. Pero tampoco hubo suerte. Lograron, al menos, hablar con el jefe de obra por teléfono. Éste, según consta en el informe de los funcionarios, reconoció que se hacían obras en el interior, pero que habían sido paralizadas a raíz de la noticia aparecida en un periódico por la mañana. Pero no autorizó la entrada de los inspectores, que incluso lo intentaron una tercera vez acompañados de un policía municipal. Sólo por eso, por obstaculizar esa labor, se enfrentarán ahora a una multa de entre 30.000 y 600.000 euros.

En resumen, el PSM había pedido una licencia de obra el 30 de enero para remodelar el segundo y el cuarto piso del edificio. Debido a la complejidad de la obra, que entre otras cosas incluye un auditorio para 300 personas, y a la protección del edificio, la tramitación estaba en curso. Pero, como pudo comprobar este periódico ayer, se decidió comenzar antes de tener el permiso. Y a juzgar por el aspecto que tenía (andamios, equipos nuevos de aire acondicionado, paredes levantadas...) debían de llevar al menos un mes con la obra.El Partido Socialista de Madrid (PSM) alega en un comunicado que "los trabajos realizados han consistido en la limpieza del local y la retirada del mobiliario e instalaciones ajenas a la estructura del edificio, así como en asegurar la integridad de algunos elementos de valor, lámparas de techo, ornamentación de las cúpulas, etcétera...". Dicen que no se ha hecho nada que precise licencia. Simplemente, afirman, se estaba preparando el terreno. Sin embargo, no dejaron pasar a los inspectores para comprobarlo. Además, creen que ese hecho se puede haber producido a causa de un mal entendido. "Como ayer se coló un periódico, quizá los obreros estaban recelosos y no han querido abrir. Pediremos explicaciones a esa empresa", dicen.

El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, anunció ayer que se paralizarán las obras. "Pido al PSOE que al menos abran a los inspectores la puerta", dijo con cierta sorna antes de "lamentar enormemente que el PSOE, que se muestra tan exigente en casos en los que cumplimos la legalidad, no dé ejemplo".

Según fuentes de la Junta de Distrito, la sanción al PSM por las obras ilegales podría llegar hasta los 300.000 euros. Añadido a la que se llevarán seguro por no abrir a los inspectores. Ahora se les enviará un requerimiento para citarles otro día y que permitan a los inspectores hacer su trabajo. En función de lo que encuentren, se determinará el grado de la sanción.

Entrada a la nueva sede del PSM en el Palacio de la Prensa.
Entrada a la nueva sede del PSM en el Palacio de la Prensa.SAMUEL SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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