El BNG busca un líder parlamentario tras la dimisión de su ejecutiva

Trazado el camino orgánico para atajar su crisis, el BNG afronta a partir de ahora un reto más inmediato y no menos relevante: elegir la persona que liderará el grupo parlamentario. Faltan dos semanas para que se constituya la nueva Cámara autonómica y el Bloque desconoce quién se medirá con Alberto Núñez Feijóo en el debate de investidura. Tras el Consello Nacional del sábado, en el que dimitió la ejecutiva del BNG con su líder Anxo Quintana al frente, éste anunció que la cuestión se resolvería "en los próximos días". En una entrevista en la cadena Ser, ayer consideró que "lo lógico" es que él no ejerza la portavocía del grupo. Su futuro es la incertidumbre más inmediata para el BNG, aunque no la única.

- El futuro de Quintana. Anxo Quintana insinuó ayer que no ejercerá "de portavoz" en el Parlamento. Pero el protagonismo real del grupo no recae en la portavocía, sino en la presidencia. "El BNG decidirá las responsabilidades que cada uno debe tener. Son 12 personas muy capacitadas", dijo. En todo caso, las palabras con que despidió el sábado su discurso fueron interpretadas en algunos círculos como una puerta abierta al regreso, incluso como aspirante a la presidencia de la Xunta: "Fue un tremendo honor ser vuestro candidato, y os manifiesto mi compromiso de estar siempre a la disposición del BNG para donde considere oportuno que deba estar".

- La renovación. Durante los últimos días, Quintana ofreció su cabeza a los líderes de las distintas corrientes del BNG a cambio de la del resto de vacas sagradas, principalmente Xosé Manuel Beiras, de Encontro Irmandiño, y Francisco Rodríguez, de UPG. No tuvo éxito. Tanto Rodríguez como sobre todo Beiras se negaron a lo que consideraron un derroche de experiencia. Los apellidos del grupo al que se le encargó organizar la asamblea -Rodríguez Feixóo, López-Rico, Aymerich, Ansede, Jorquera...- confirman que, de momento, la renovación no es una urgencia.

- Militantes o delegados. El Consello Nacional optó por una decisión salomónica. Atrapado entre los beiristas, que pedían resolver el futuro del BNG en una asamblea abierta a toda la militancia, a la vieja usanza, y UPG, que maneja mejor las estructuras orgánicas y defiende la representación por delegados, el Bloque tiró por la calle de en medio. Será por delegación, pero con no menos de 2.500 representantes, lo que la abrirá a todo aquel afiliado que quiera asistir.

- Voladura controlada. Las decisiones del sábado tuvieron bastante de voladura controlada. Convocada la asamblea para el 10 de mayo, la vida útil de la ejecutiva se reducía a dos meses. Su dimisión en bloque tiene por lo tanto un valor meramente simbólico. Tanto más si se tiene en cuenta que seguirá en funciones y que, de sus 15 miembros, seis se encargarán de la organización de la asamblea.

- Equilibrios intactos. La ejecutiva que el pasado jueves preparó el Consello Nacional dejó pocos cabos sueltos. La adscripción de los miembros del grupo de trabajo que organizará la asamblea deja claro hasta qué punto se afinaron los equilibrios, tan importantes en una formación de la complejidad del Bloque. UPG se reserva dos de sus siete miembros y otros dos son de los denominados quintanistas, lo que garantiza la mayoría táctica que domina la ejecutiva y el Consello Nacional. Un irmandiño y un miembro de Esquerda Nacionalista completaban la propuesta inicial. Ante la falta de mujeres y para desactivar la espantada de Movemento pola Base, se abrió el grupo a un séptimo miembro, Noa Presas, de esta última corriente.

- Un período transitorio. Lo fundamental para el BNG era no quedarse parado tras el revolcón electoral. Lo ha logrado adelantando a mayo la asamblea de otoño. En todo caso, será un cónclave de transición. La verdadera batalla por el liderazgo no se dará tanto en esta próxima cita como en la que, en el plazo de año o año y medio, volverá a reunir al nacionalismo gallego, y de la que saldrá una apuesta más clara hacia el futuro.