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Reportaje:

Un piloto de porcelana

Dani Pedrosa, operado ayer del radio y la rodilla izquierdos, sufre fracturas cada vez que se cae por su falta de tejido muscular

Oriol Puigdemont

Para un piloto de motos, tener la estructura ósea muy sensible es más o menos como si un bombero fuera alérgico al agua: no ayuda. Algo así le ocurre a Dani Pedrosa, que ayer volvió a ponerse en manos del doctor Xavier Mir para que le reparase las consecuencias del costalazo que se dio el lunes pasado mientras se entrenaba en Qatar. En el accidente, Pedrosa salió proyectado al aire, cayó al suelo, su Honda se le vino encima y le acabó de rematar. Diagnóstico: una fractura en el radio izquierdo y la reapertura de una herida en la rodilla de ese mismo costado. "Lo más laborioso fue el injerto de piel en la rodilla", reconoció Mir. Pedrosa estará ingresado hasta el sábado y luego deberá permanecer dos semanas más en reposo. "Llegará por los pelos a la primera carrera (en Qatar, el 12 de abril)", vaticinó el traumatólogo.

El drama de las lesiones comenzó para el motociclista español hace seis años

Esta herida en la rodilla trae cola porque es fruto de una operación a la que se sometió en Barcelona en diciembre pasado y que trató de silenciar. La intervención respondía al último accidente de la temporada (Australia, 5 de octubre). Nadie se acordó de él hasta hace un par de semanas, cuando Pedrosa anunció que cancelaba el último de los tres días de ensayos en Sepang por los dolores que le provocaban los puntos. Al parecer, la operación acarreó una necrosis (tejido muerto) y por eso decidió volver un día antes de Malaisia. El costalazo del lunes cierra su pretemporada, pues el catalán no asistirá a los entrenamientos previstos para el 28 y el 29 de este mes en el circuito de Jerez.

El desastre persigue al tricampeón mundial más joven de la historia, que cada vez que toca el suelo se hace daño. "No hay ningún dato que confirme que sus huesos sean más susceptibles de sufrir lesiones", asegura Mir, "pero, en este sentido, lo que sí que puede ser es que los pilotos de MotoGP tengan una estructura ósea más vulnerable debido a que no tienen demasiados músculos que los protejan".

Para Pedrosa, el drama de las lesiones comenzó en 2003, cuando se partió los dos tobillos en Phillip Island (Australia). Dos cursos después fue campeón de dos y medio con la cabeza del húmero rota. En su primera temporada en MotoGP (2006) dilapidó sus opciones de imponerse a cinco carreras del final, en Sepang, al destrozarse una rodilla en un accidente. Aunque su peor año fue el pasado. En la pretemporada se fracturó la muñeca derecha; a mitad de curso, un castañazo en Sachsenring le provocó otra rotura en la izquierda que le obligó a perderse la siguiente cita, en Laguna Seca, y finalmente llegó Australia, el principio de su último calvario.

Dani Pedrosa, tras un entrenamiento.
Dani Pedrosa, tras un entrenamiento.EFE

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