"Por suerte no tengo que comer pescado en la función"
Todo fue por culpa de unos boquerones en vinagre. De esos que se ponen para cenar un lunes y dos días después estás en quirófano y tienes que cancelar funciones en el teatro. La actriz Isabel Ordaz (Madrid, 1957) regresa ahora al teatro Fernán-Gómez dirigida por Amelia Ochandiano en El caso de la mujer asesinadita, de Miguel Mihura, para quitarse la espinita clavada que le quedó en Madrid en mayo del año pasado. Esta vez no puede comer pescado por prescripción médica, así que está a salvo del anisakis y no tendrá que cancelar funciones.
Pregunta. ¿Cómo vivió la retirada de cartel el año pasado por culpa de aquellos boquerones sin congelar?
Respuesta. Pues la verdad es que mal. Llevábamos 15 días de representaciones con buenas críticas y buena recepción del público cuando de un día para otro pasó esto y me ingresaron. Y fueron unos boquerones en casa, ni siquiera en un restaurante.
"Es un reto difícil; es alta comedia, y, si te haces la graciosa, te cargas a Mihura"
P. Por lo visto, nada más llegar al hospital pidió a los médicos que "se lo quitasen" rápido porque tenía que actuar...
R. Claro, es que después de las pruebas, cuando me dijeron que tenía que quedarme ingresada, les expliqué que no podía ser porque a las ocho tenía función. Así que me respondieron: "Bueno, ve al teatro, pero que sepas que te puedes morir", y tuve que quedarme, claro.
P. ¿Qué significa entonces el regreso con una comedia de Mihura que trata además de una mujer "asesinadita"?
R. Bueno, por suerte no tengo que comer pescado en la función, sólo chocolate [risas]. La verdad es que regresar después de dos duros meses de reposo tras la operación y de una gira muy bonita, volver a actuar en Madrid significa quitarse la espinita. Además, este Mihura tan poco representado sigue suponiendo un descubrimiento para mí.
P. ¿En qué sentido?
R. Mihura es un reto muy difícil porque hace alta comedia que para ser representada necesita temple de gran torero. No tiene gags ni chistes, sino que mantiene un pulso dramático constante, como cierta elegancia. Aquí si te haces la graciosa, te cargas a Mihura. Para mí resulta más difícil al venir de una comedia en televisión, porque en esta obra no puedes usar los resortes cómicos.
P. En la obra interpreta a una mujer fantasiosa que lee muchas novelas y acaba mezclando ficción y realidad. ¿Qué ha sido lo más difícil de su personaje?
R. Quizás interpretar esa ingenuidad de pequeña burguesa de los años cuarenta, infeliz e histérica, que casi vive una realidad paralela y se imagina todo lo imaginable hasta que se acaba cumpliendo su terrible sueño. Mihura es un cínico que dice cosas como "si el divorcio no está permitido... habrá que tomar medidas".
P. ¿Se podría decir que Mihura mantiene la vigencia?
R. Por supuesto, aunque retrate a una mujer de su época es muy contemporáneo y sigue siendo actual en pleno siglo XXI, produce la misma ternura y diversión. De hecho, dice mucho a favor de Mihura que la protagonista o heroína de su obra sea una mujer, y además una mujer que lee. Ahí se ve la modernidad del autor, que lo escribió en una época en la que se llevaba lo de "contigo, pan y cebolla".
P. ¿Por qué habría que ir a ver esta obra?
R. Mihura es una garantía de buen texto y el montaje de Amelia Ochandiano es muy respetuoso, no se ha dejado seducir por la frivolidad. Cuenta con una escenografía de cuento.
El caso de la mujer asesinadita, de Miguel Mihura. Intérpretes: Isabel Ordaz, Ismael Martínez, Francesc Albiol, Lola Baldrich, Santiago Nogués, Sandra Ferrús, Mamen Godoy. Teatro Fernán-Gómez. Hasta el 22 de marzo. De martes a viernes, a las 20.30; sábados, a las 18.00 y 21.30; domingos, a las 18.00. De 16 a 22 euros.
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