Quintana pide castigar el "cinismo" del PP
Quintana acusa al líder del PP de "organizar la cacería" contra él
Anxo Quintana fue directamente al grano. El terreno en el que mejor se desenvuelve el candidato nacionalista es en el de la réplica a los ataques del PP, y desde la primera línea de su discurso de cierre de campaña en Vigo, ante más de 4.000 simpatizantes y en medio de un ambiente festivo, se lanzó a la contra. Si piensan que con "mentiras y difamaciones" van a detenerle, "no conocen al BNG", proclamó Quintana. Que el Bloque no gobierne "es la única obsesión" de Feijóo y los suyos, objetivo en el que aplica "el todo vale".
En el saco del todo vale, Quintana metió desde los paparazzi hasta los "inventos de accidentes de tráfico", pasando por los ataques personales. "Usted está inhabilitado no sólo para presidir la Xunta. Hasta para presidir la comunidad de vecinos de su edificio", le reprochó a Feijóo.
El mitin final lo construyó Quintana a base de réplicas al PP y a su campaña de "difamaciones". "Pero esté tranquilo, no todos somos iguales: ni yo ni el BNG usarán nunca contra usted todo lo que usted intentó hacerme a mí, a mi familia y a los compañeros del BNG", le aseguró a Feijóo ante un público entregado. Rechazó por "cínicas" las disculpas del candidato del PP, al que culpó directamente "de organizar la cacería, prender las cerillas y provocar todo este incendio". Y propuso como única vía para castigar esa política "una gran victoria del BNG".
Quintana ponía así punto final a una campaña que, para bien y para mal, ha puesto al BNG en el centro del debate. No estaba previsto. Y está por ver el efecto que tendrá sobre el electorado la oleada de insinuaciones del PP, liderada por su presidente orensano, José Luis Baltar, contra Anxo Quintana, o las fotos del vicepresidente de la Xunta a bordo del yate del constructor Jacinto Rey. Al candidato, en todo caso, parece haberle servido de acicate. Lo que estaba siendo una campaña plana, salpicada por torpezas como el desvío de jubilados a un acto con Quintana en Oia, encontró en los últimos días el punto de efervescencia que buscaban los estrategas del BNG.
La palabra clave de estos días es movilización. Pero en Galicia se hablaba más de la crisis que de las elecciones. Hasta que, el domingo, el socialista Emilio Pérez Touriño comenzó a tomar distancias de sus socios de Gobierno. A partir de ahí, sorpresas en cadena: la fotografía del velero, el teletipo con la falsa noticia del accidente de Quintana, las insinuaciones de Baltar... Coincidió todo ello con algunos de los mítines más animados de la campaña, después de pinchazos clamorosos como los de Allariz, Pontevedra o Santiago, lo que transmitió la sensación de que el BNG es como esos equipos de fútbol que se encuentran más cómodos jugando a la contra que con la pelota en los pies.
Si no a la contra, la campaña sí se diseñó a la defensiva. Más que trabajar el voto allí donde el BNG tiene perspectivas de crecimiento, Quintana multiplicó su presencia en las circunscripciones donde sus escaños están en peligro. Particularmente A Coruña. También Pontevedra. No es en ninguna de esas dos provincias donde los nacionalistas esperan incrementar su representación en el Parlamento, sino en Ourense y Lugo, en las que la presencia de Quintana durante la campaña ha sido poco menos que testimonial. En ambas provincias, el trabajo ha recaído con dos candidatos con peso específico, Alfredo Suárez Canal y Fernando Blanco.
Quintana regresó ayer a Lugo. "Aquí está en disputa un escaño entre el BNG y el PP", aseguró a un grupo de simpatizantes. Ya que la disputa es entre uno y otro partido, no dudó en reivindicar un trasvase directo y reclamar el voto "especialmente" a los que otras veces apoyaron al PP pero ahora están "horrorizados con esta campaña de suciedad". Mañana se sabrá si el contraataque terminó en gol.
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