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Reportaje:DENTRO DE CARTEL | Elecciones 1-M

La candidata accidental

Carmen Pardo, teniente de alcalde del ayuntamiento de Verín, asume la extraña condición de haber entrado en la candidatura como número 2 y ahora ser cabeza de lista por el PP orensano al Parlamento gallego. "Un honor", repite ella incansable con un eterno esbozo de sonrisa en el aluvión de entrevistas que concede estos días.

Pardo explica así su extraña circunstancia provocada por el tardío cese de Luis Carrera Pasaro, el hombre en quien Alberto Núñez Feijóo iba a depositar los designios de la economía gallega pero que "olvidó" declarar a Hacienda una cuenta en el paraíso fiscal de las islas Caimán. "Sé que soy una candidata accidental, pero voy a demostrar de lo que soy capaz", muestra su arrojo Pardo. No se amilana. Va crecida. Ha sido incombustible telonera del presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, en su periplo por el rural orensano. Y se ha soltado. "¡Estuvo impresionante en el debate con Manuel Vázquez (PSOE) y Alfredo Suárez Canal (BNG)!, ¿No la habéis visto?", la piropean sus compañeros de lista.

"Con el bipartito no se acabó con el caciquismo", dice Carmen Pardo

La candidata por el PP orensano, nacida en París en 1971 y criada en Verín se define como una profesional. En su trayectoria no hay una toma de conciencia ideológica. Licenciada en Económicas y Empresariales por la Universidad de Santiago de Compostela, Pardo llegó a la política de rebote, en calidad de técnico. "Trabajaba para una multinacional, pero me captaron para la política". Empezó como agente de desarrollo local en Verín, de la mano del ex conselleiro de Agricultura del PP, el también verinense Castor Gago, y después le entró "el gusanillo". El regidor, Juan Manuel Jiménez Morán, la catapultó años después como teniente de alcalde. Pero su líder, la persona por la que más admiración afirma sentir es el presidente del PP gallego, Núñez Feijóo. "Tiene un gran talento", destaca.

Su admiración por Feijóo es compatible con la devoción por José Luis Baltar. No tiene más que elogios para el presidente provincial. "Tiene el talante del líder nato", dice de él. Y rechaza de plano pronunciarse sobre la sucesión en el seno del PP orensano, por más que Baltar lleve años anunciando que le llegó la hora de jubilarse.

El caciquismo sí que entra en su discurso. Para atribuirle la condición a PSOE y BNG. "Con el bipartito no se acabó con el caciquismo". Cuando se le recuerda la política de contrataciones del presidente de su partido en la Diputación, se desvive en explicaciones. "Lo de los 33 porteros del edificio Simeón estuvo mal explicado". Y ella misma da las razones que justifican el empleo: "Son contratos de seis meses que hay que ir cubriendo y renovando: es que hay que hablar con rigor y no decir mentiras". Su fe en el presidente orensano es absoluta. No teme que vaya a prescindir de ella, como ya hizo con sus dos antecesoras (Inmaculada Rodríguez y Amparo González) captadas por Baltar para el primer puesto de la lista y desechadas al término de las legislaturas.

De momento todo son alegrías. Atrás queda el mal trago vivido en los últimos meses cuando "los otros grupos" municipales de Verín la acusaban de cobrar más de la cuenta por un trabajo de cuatro horas diarias (una dedicación parcial). "Entré en política cobrando 2.170 euros líquidos, bastante menos de lo que me pagaban en la empresa privada", sostiene. Llegó a sentirse presionada. Hasta el punto de que el pasado verano amagó con dimitir. Ahora está recuperada del mal trago. Dos semanas de intensa campaña le han dado fuelle y perspectiva. "Esto es como una empresa: un gran desafío".

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