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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Fanny Kauffman, 'Vitola', famosa cómica de México

En ocasiones el fin de un sueño es el comienzo de un destino afortunado. Así le ocurrió a Fanny Kauffman, que murió en un hospital de la capital de México el 21 de febrero por una insuficiencia respiratoria. En este país se la conoció siempre por Vitola, su nombre artístico. Pero esta mujer alta, delgada y desgarbada, nacida en Toronto (Canadá) el 11 de abril de 1924 y criada en La Habana (Cuba), lo que quería ser cuando a los ocho años empezó a estudiar baile y canto era diva de la ópera.

Su sueño se truncó al escuchar las risas de los espectadores en sus actuaciones: "Por mi delgadez y mi cara, la gente se reía de mí, no por no saber cantar, sino por mis gesticulaciones", dijo al periódico El Universal en una entrevista en 2007. Lo cierto es que su cara angulosa tenía cierto aire a la Callas, pero en versión histriónica. No se quejó de su destino: "Pocas cantantes de ópera viven bien; podría haber tenido más fortuna, pero me gustaba demasiado el póquer, y era malísima".

Con tan sólo 11 años cambió de registro. Ganó un concurso de radio, y allí siguió hasta que a los 23 años se mudó a México. Poco antes había escogido su mote: "Eran unos puros cubanos muy caros que se llamaban así". En México actuaba en el teatro Arbéu. Allí fue a verla, de incógnito, el cómico Germán Valdés Tin Tan, que de inmediato pidió que la contrataran, y con él filmó su primer éxito, El rey del barrio (1950): "Nuestra primera película, y pensar que se convirtió en un clásico del cine mexicano", recordaba Vitola. Con Valdés rodó Simbad el mareado (1950), Ay amor, cómo me has puesto (1951), El vizconde de Montecristo (1954) y Los líos de Barba Azul (1955).

Había debutado en el cine mexicano con Ramón Peón en Se acabaron las mujeres. Entre otras cintas, rodó También de dolor se canta con Pedro Infante y, las últimas, El secuestro de Lola (1985), de Raúl Fernández, y Metiche y encajoso, de Alejandro Todd. Abandonó la profesión cuando vio que "se cansaba y que no hacía reír tanto como antes". Fueron 50 años provocando carcajadas.

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