"Las convenciones sociales me las paso por el forro de la bata"

Aristócrata, revolucionaria y libre hasta las últimas consecuencias. Luisa Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, más conocida como la Duquesa Roja por su beligerancia antifranquista, falleció en marzo de 2008 a los 72 años, después de una vida de reivindicaciones políticas y escándalos como el que provocó su boda -pocas horas antes de morir- con quien fue su compañera y secretaria, Lilian, y a la que dejó la mayor parte de su legado. Su apasionante historia inspira la obra La duquesa al hoyo... y la viuda al bollo, escrita por su polémico sobrino Íñigo Ramírez de Haro -cuñado de Esperanza Aguirre y autor de la censurada Me cago en Dios-, que regresa al teatro para retratar en clave de humor la alta sociedad española dentro de la irónica Villa Sodomia. La actriz Terele Pávez recibe como Duquesa Roja de rápida lengua, vestida con lujosa bata y fumando cigarrillos de dos en dos, en el teatro Muñoz Seca.

Pregunta. Duquesa, ¿cómo pasó usted de aristócrata a antisistema?

Respuesta. La verdad es que tengo muy poca opinión y conocimiento de cómo son los aristócratas, sólo sé lo que leo en las revistas. Pero supongo que soy una persona con poder, un estatus por herencia, y al mismo tiempo soy alguien que ha luchado toda la vida para hacer lo que ha querido.

P. Aunque eso implique enamorarse de otra mujer y casi desheredar a sus hijos.

R. Tengo respeto a todo el que se lo merezca, pero llega un momento de la vida en que valoras que la educación y la cortesía está muy bien... para quien quiera tenerla. No me callo ante nada, ni disimulo. La misma tolerancia para uno mismo y los demás, y el que no me respete, pues no lo respeto. Las convenciones sociales me las paso por... el forro de la bata [carcajadas].

P. ¿Qué más vicios se puede permitir?

R. No perder la compostura nunca, esa dignidad aristocrática que me recuerda a mis clases de ballet, a pesar de soltar tacos. Tiene que ver con la educación antigua. Me gusta estar derecha, erguida. Tú deberías estirarte más: ¡ponte derecha! [más risas].

P. ¿Cuál es el secreto para convertirse en duquesa de Villa Sodomia?

R. Reírse de uno mismo, pero no de las cosas que no hay que reírse. Fue una época complicada, en la que tuve que pelear por casi todo. Todavía hoy conozco parejas de mujeres que viven juntas como amigas y en la calle no dan muestras de cariño.

P. Lo de casarse con su secretaria mientras su familia peleaba por el testamento, ¿fue una declaración de amor o de intenciones?

R. Una declaración de amor, por supuesto. En un momento de cabreo, sí, postrada en una cama enferma mientras los familiares están a ver qué pillan... pero el amor es auténtico.

P. ¿Alguien se puede sentir ofendido al ver tanta reivindicación en escena?

R. En absoluto. Esto es una comedia que ironiza sobre el ser humano, algo común a cualquier clase social. Lo único que hace falta es que la gente sepa reírse. Si la verdadera duquesa estuviera viva y viniera a ver la obra, seguro que se echaba unas risas.

La duquesa al hoyo... y la viuda al bollo, de Íñigo Ramírez de Haro. Teatro Muñoz Seca (plaza del Carmen, 1). Entradas: 18 y 25 euros. Hasta el 19 de abril.