Jugar con los precios
La gama de los contratos por diferencias se amplía
En los contratos por diferencias (CFD), ni el inversor ni la entidad con la que operan compran o venden nada. Únicamente juegan con la diferencia entre el precio de compra del activo y su precio de venta. De hecho, cada día, al cierre de la sesión, se liquidan las posiciones: se le abonan al inversor sus beneficios o se le cargan en su cuenta sus pérdidas. Cuando hace casi dos años se empezó a utilizar este instrumento financiero, sólo se hacían contratos por diferencias sobre medio centenar de acciones nacionales. Con el tiempo, la gama se ha ido extendiendo y ya hay CFD sobre valores internacionales e índices bursátiles.
Al operar con CFD no es necesario desembolsar el valor íntegro de las acciones/índices que se están comprando o vendiendo, sino únicamente el importe exigido como garantía, que varía según el activo que se esté utilizando como subyacente. Son productos, por tanto, apalancados. Los CFD son productos con la misma liquidez que las acciones, puesto que las operaciones de compraventa se realizan sobre las horquillas de precios de contado; permiten posiciones a la baja y no tienen vencimientos (no es necesaria su renovación para mantener posiciones). El coste de operar con estos productos es similar al de operar en Bolsa, aunque algunas entidades aplican adicionalmente un coste fijo por operación. Si el particular se queda con una posición comprada al cierre de la sesión, deberá pagar un coste de financiación, en función de los intermediarios, del Euríbor a 12 meses más un diferencial que puede superar el 2%. Si la posición es vendedora, se remunera al minoritario con un interés del Euríbor menos ese mismo diferencial.
No se compra ni se vende; se juega con la diferencia entre oferta y demanda
A la hora de utilizar este producto no hay que olvidar que, al permitir inversiones mayores con el apalancamiento (sólo se desembolsa efectivamente la garantía exigida), tanto las ganancias como las pérdidas se multiplican. Por tanto, sólo es apto para inversores que tengan un profundo conocimiento del funcionamiento de los mercados y de los riesgos que conlleva esta operativa. De hecho, desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores se señala que "la información a la clientela sobre estos productos debe ser clara, correcta, precisa, suficiente y entregada a tiempo, para evitar su incorrecta interpretación y haciendo hincapié en los riesgos que conllevan, de forma que el cliente comprenda con precisión los efectos de la operación que lleva a cabo". -
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