Renegociar o morir
La supervivencia empresarial en un contexto de caída de la demanda y restricción crediticia depende de manera crítica de su capacidad para renovar la confianza de las entidades financieras. En general, es imposible atender las condiciones de financiación que se otorgó con la hipótesis implícita de un mantenimiento en la cifra de ventas y en los periodos de cobro a clientes. No hay más remedio que conciliar el efecto dominó de los retrasos en los pagos, con niveles de deuda que sólo se explican con la osadía que proporcionan quince años de crecimiento. Ante la imposibilidad de atender las cuotas de los préstamos, recae en las empresas el peso de la prueba sobre su viabilidad. No es tarea fácil. Las estructuras corporativas complejas, con sociedades interpuestas y más filiales que negocios, que hace unos años se interpretaban como signo de empuje empresarial, hoy se perciben con recelo.
Banca y empresas deben aunar esfuerzos para garantizar la supervivencia de negocios viables
Para iniciar con garantías de éxito la refinanciación de la deuda, la empresa debe transmitir una voluntad de transparencia total, a la vez que debe esforzarse en identificar y cuantificar posibles garantías y medidas concretas de ahorro de costes. La empresa debe transmitir de forma realista las perspectivas y condicionantes de su negocio y las soluciones identificadas. Además de las inevitables hipotecas sobre activos, adquieren valor las cartas de compromiso de los accionistas, prendas sobre acciones y contratos, y posibles subvenciones y ayudas.
Es crucial identificar hitos de gestión (por ejemplo fijar un nivel mínimo de ingresos y cobros trimestral, o un compromiso de ahorro) que permitan construir la refinanciación sobre plazos cerrados y revisables. Para la negociación con las entidades hay que buscar aquellas que puedan asumir el liderazgo en el proceso de reestructuración, y anticipar la estrategia ante aquellas otras que, por tener un peso pequeño en el conjunto de la deuda, pueden amenazar con romper la negociación y forzar el concurso de acreedores. Con deudas repartidas entre varias entidades, a veces con diferentes estructuras y garantías, deben gestionarse con mucho cuidado los incentivos para luchar por el éxito del proceso de refinanciación.
Este proceso es costoso para entidades y empresas, pero resulta coherente que ambos agentes aúnen esfuerzos para garantizar la supervivencia de negocios viables.
Arturo Rojas y Pablo Mañueco son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (AFI)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.