El Madrid se abona a los milagros
Segunda remontada seguida de los blancos, que llegaron a perder por 19 puntos ante el Alba
El Madrid parece abonado a las heroicidades europeas. No es un buen camino y, tarde o temprano, acabas pagándolo, pero por ahora le ha colocado con las cuartos de final a tiro de piedra. Hace una semana, ganó al Barcelona un partido que tenía perdido a falta de seis minutos. Ayer, en la cancha más asequible, levantó un encuentro que había tirado a la basura después de un primer tiempo horroroso en el que llegó a perder por 19 puntos. No sólo eso. Por encima de lo que decía el marcador estaban las sensaciones que llegaban desde la pista, más preocupantes si cabe. El Madrid había tenido un comportamiento durante los veinte primeros minutos tan errático y desangelado que parecía imposible un cambio de tendencia tan radical como el que necesitaba para aprovechar una gran oportunidad. Llegados a un punto tan bajo en rendimiento y vibraciones, los blancos necesitaban una doble condición. Jugar mucho mejor y que el Alba se atascase. Lo primero no era difícil, pues peor no se puede jugar. Para la segunda premisa ayudó algo Pavlicevic, el entrenador del equipo alemán, al que se le olvidó en el banquillo durante gran parte del tercer cuarto Jenkins, eléctrico base, alma de los suyos y que con 18 puntos le había hecho un roto a los de Plaza durante los dos primeros cuartos.
A pesar de la victoria final, siendo de importancia capital, el Madrid no consigue alejar la sensación de que esta plantilla cuenta con graves problemas estructurales. El tiro exterior es casi exclusividad de Bullock, temeroso como está Tomas, el otro especialista. De la pareja Hosley-Massey, señalada para dotar con poder físico al conjunto, mejor no hablar. Y la ausencia de Raul Lopez, visto como está Pepe Sánchez, resulta irreemplazable. Si encima se sale a jugar con la temperatura emocional varios grados bajo cero, un equipo limitado como el Alba tiene posibilidades de plantar cara. Durante veinte minutos, el correctivo fue de órdago. El Madrid ni atacó con claridad (tardó una eternidad en alcanzar los 30 puntos) ni mucho menos se defendió con eficacia (el Alba llevaba 52 puntos a mitad de partido). No hubo ni una sola noticia ni un detalle esperanzador en los dos primeros actos, sino todo lo contrario.
Seguramente en el vestuario se escucharía o pensaría eso de: "Peor no podemos jugar y sólo perdemos por 15". Una verdad como un templo. En cuanto se empezaron a ver signos vitales en gente como Bullock o Reyes, en el momento en que la defensa pasó de contemplativa a algo parecido a la agresividad, en cuanto al técnico alemán se le olvidó que tenía a Jenkins en el banquillo y dejó crecer al Madrid, el partido entró en otra dimensión mucho más lógica. Al final del tercer cuarto, el desastre anterior parecía tener remedio (71-65). Dos minutos antes había vuelto Jenkins y, con él, se rehizo el alba, pero no lo suficiente. La dinámica ya había cambiado. Llegados al punto de definición, el Madrid impuso su mayor talento, dejó la decisión en las mejores manos y, con bastante cara de asombro, se fue al vestuario con una victoria que había llegado a parecer una utopía. Tremendo botín para un rendimiento que, más allá del éxito puntual, plantea más dudas que certezas.
Grupo E: Olympiacos, 73; Tau, 70. Prokom, 60; Milano, 62. Clasificación: 1. Milano, 2 victorias y 0 derrotas (+3). 2. Tau, 1 y 1 (+19). 3. Olympiacos, 1 y 1 (+1). 4. Prokom, 0 y 2 (-23).
Grupo F: Clas.: 1. R. Madrid, 2 y 2 (+5). 2. Barcelona, 1 y 1 (+18). 3. Maccabi, 1 y 1 (+11). 4. Alba, 0 y 2 (-34).
Grupo G: Clas.: 1. Panathinaikos, 2 y 0 (+30). 2. Unicaja, 1 y 1 (+1). 3. Partizán, 1 y 1 (-10). 4. Lottomatica Roma, 0 y 2 (-21).
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