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La Sinfónica borda su homenaje a la obra de Mendelssohn

La Sinfónica de Galicia celebró este fin de semana los dos primeros conciertos del homenaje que rinde a Mendelssohn por el segundo centenario de su nacimiento. El plato fuerte fue ambos días la grandiosa Sinfonía nº 2, Lobgesang. La viveza de tempo inicial que imprimió Víctor Pablo Pérez aligera el exceso de pompa original. El notable solo de clarinete de Juan Ferrer fue enlace idóneo con un Scherzo más danzante que cantable. Tras el solemne Adagio religioso, la parte vocal fue bien servida por el Coro y el Cor Madrigal, con notable poderío y perfecta afinación. Precioso el equilibrio bachiano del coral Nun danket alle Gott.

La labor de los solistas, impecable. Agustín Prunell-Friend dio adecuado carácter a cada estrofa, con timbre envidiablemente fresco. La voz de Elena de la Merced, desde su respuesta al coro inicial, el brillo de su timbre y su regulación del sonido, con una técnica impecable en el empleo de los resonadores faciales, voló hasta el brillo solar de su respuesta al Prunell suplicante de luz del recitativo Wir riefen... En el dúo de sopranos, Maite Arruabarrena aportó a su parte, desagradecida como pocas al no tener tiempo de calentar la voz, su muy buen hacer.

Frente a la algo gris Sinfonía nº 1 del viernes, el Concierto para violín y piano es obra de puro encanto, por belleza melódica, la sensación de espontaneidad y por su transparencia. Los dos solistas fueron el adecuado refuerzo de frescura en una equilibrada combinación de la solidez estructural y de concepto de Núñez con la espontaneidad expresiva de Esnaola.

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