"Era urgente cortar la sangría"
Marcos Álvarez, su ayudante, explica cómo Juande hizo del Madrid un equipo más defensivo
El Madrid de Juande Ramos entusiasma de puertas para adentro. El trabajo del técnico manchego se percibe menos en las gradas que en la recuperación anímica del vestuario. Después de cinco victorias consecutivas, su juego carece del esplendor exigible a un equipo en el que se han invertido 300 millones de euros en dos años y medio. Pero lo cierto es que Juande ha conseguido lo que se propuso hace un mes, cuando firmó: levantar un muro frente a la portería de Casillas. En los últimos seis partidos, el Madrid ha pasado de recibir casi dos goles cada 90 minutos a encajar uno cada 180. En total, tres goles en contra.
La defensa funciona. El ataque es rudimentario. Cuando le preguntan por la tosquedad de su equipo, Juande se encoge de hombros. "No es el perfil de plantilla que yo querría", afirma. "Estoy totalmente de acuerdo con aquellos que dicen que nos falta fluidez. El Real Madrid debe hacer mejor juego", admitió ayer.
El conjunto ha pasado de recibir casi dos goles cada 90 minutos a encajar uno cada 180
La opinión que Schuster tenía de la plantilla no difiere de la de Juande. Ambos son víctimas de la política deportiva de Pedja Mijatovic. Ambos coinciden en que Robinho era fundamental, ambos echan de menos algún jugador diestro para la banda, y ambos se afanan en ocupar el campo con simetría sin tener con qué. Entre Juande y su predecesor sólo destaca una diferencia: el alemán era un idealista y el manchego es un pragmático.
Puesto que carecía de hombres desequilibrantes, Juande decidió no armar un equipo ofensivo. Como dice Marcos Álvarez, su ayudante: "Reparamos en que teníamos buenos defensas y buen portero. Gente competente. Y decidimos que lo más urgente era organizarlos para cortar la sangría de goles". Lo primero que hizo Juande cuando llegó a Chamartín fue considerar los antecedentes. Schuster había dado gran libertad de movimientos a sus jugadores, tanto en ataque como en defensa, y la fórmula que tan buenos resultados le proporcionó en la pasada Liga le llevó al desorden en la actual. El nuevo entrenador observó el proceso como si se tratase de un experimento. En la primera Liga de Schuster, el Madrid encajó una media de menos de un gol por partido. En la segunda, recibió una media de casi dos goles por encuentro. Lo único que cambió de un periodo a otro fue la presencia en la plantilla de futbolistas determinantes. Juande razonó que no se puede jugar igual con Robinho y Van Nistelrooy que sin ellos. Y resolvió cambiar de sistema.
"Lo lógico es que el Madrid dé más espectáculo", explica Álvarez. "Esto no significa que Juande sea un entrenador defensivo. Al contrario. Todos saben cómo jugaba el Sevilla. ¡Y su Málaga le metió un 5-1 al Barça de Rijkaard! Lo que ocurre es que en el fútbol gana el que mete más goles. Y en este Madrid vimos que no podíamos ganar si no lográbamos evitar que nos siguieran metiendo tres goles por partido. Como en el Madrid lo primero es ganar, Juande ha hecho hincapié en el trabajo defensivo".
"El trabajo táctico en ataque es menos importante porque el ataque se deja más en manos de la decisión del jugador", prosigue Álvarez; "como técnico no puedes decir adónde tiene que ir el balón en cada momento. Lo que sí puedes hacer es organizar la presión a partir de los puntas, mejorar las basculaciones, sistematizar las ayudas y automatizarlo todo para que la defensa sea más eficaz. Así se puede adquirir la habilidad de recuperar el balón en unos espacios para iniciar los ataques con ventaja. No es muy agradable de entrenar, pero da resultados".
Tampoco es agradable de ver. Pero los jugadores están esperanzados. Creen que en un futuro cercano podrán divertirse y divertir.
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