Diésel ecológico y solidario

En España se han construido 44 plantas de producción de biocarburantes, de las que hoy sólo cinco están activas. ¿Razones que pudieran justificar este aparente dispendio de recursos? Lo habitual es responder aludiendo al aumento de precio de las materias primas o a la mala prensa que supone utilizar en los procesos de elaboración de combustibles semillas y frutos de uso alimentario o terrenos aptos para la plantación de vegetales comestibles. Y es que llenar el depósito del coche en lugar de llenar el estómago de un mundo hambriento se antoja, cuando menos, moralmente incorrecto.

¿Y si existiera una planta, no comestible, que creciera en terrenos estériles para la mayor parte de la vida vegetal; que además enriqueciera el suelo posibilitando usos agrícolas, y que permitiera el desarrollo social y económico de la población? Javier Rodríguez, Mauricio Spagnoli e Ignacio Sánchez, alumnos MBA de ESADE, y Miquel Torrente, ingeniero de telecomunicaciones, cerraron el círculo: el fruto de la jatropha, un arbusto originario del sur de México y Centroamérica. Que estos emprendedores hayan dado con él en África, concretamente en Senegal, se debe a que manos portuguesas lo llevaron allí, a Cabo Verde, en el siglo XIX, para utilizar el fruto en la producción de jabón. De allí pasaría a países como Senegal, donde Miguel Torrente, experto en energías renovables y voluntario de la ONG Asomacs, la halló.

El azar quiso que este descubrimiento se cruzara con la tarea académica de los tres alumnos de ESADE. Ignacio Sánchez explica cómo aquella tarea escolar, consistente en la elaboración de un plan de negocio, derivó en la constitución de la firma Yakar Green Energy. "Con tan sólo unir los conceptos nos dimos cuenta de las posibilidades reales de negocio", señala.

Desde sus treinta años, aunque el traje de elegante corte y la seguridad de sus planteamientos le concedan alguno más, Ignacio analiza los argumentos que les llevaron a convencerse de la viabilidad de su idea: "El mercado demandaba una materia prima de la que podríamos proveerle. Además nos sedujo la posibilidad de ayudar al desarrollo de una zona deprimida". Así, "el pasado septiembre aterrizamos en Senegal y comenzamos a hablar con los ministerios de Agricultura y Cultura, instituto de inversión extranjera, embajadas y con Francis Moware, un norteamericano que lleva 30 años en el país. Trabaja en temas relacionados con la consultoría agraria". Él formará parte de Yakar Green Energy, explotando los cultivos de jatropha, tras elegir un terreno en el que podrían iniciarse. "Empezaremos con 3.000 hectáreas, aunque la existencia de más de un millón de hectáreas cultivables y no explotadas en el país nos permite pensar en futuros crecimientos". Y no sólo en Senegal, sino en países vecinos.

Prefieren esperar un par de años para abrirse a nuevos inversores, entonces se lanzarán a escala industrial. Hasta ahora han tenido dificultades para encontrar financiación, por lo que han decidido importar productos hortofrutícolas senegaleses desde España para conseguir ingresos. "Con las ventas esperamos afrontar la construcción de la infraestructura que necesitamos para comenzar", asegura Sánchez, que espera conseguir los 90.000 euros precisos en año y medio.