Sólida realidad
Valiente y tenaz, Ángel Corella por fin ha visto su sueño convertido en realidad: el Corella Ballet Castilla y León. Se trata de una numerosa compañía de danza clásica con un elenco disciplinado y unos solistas virtuosos. Si bien les falta alcanzar una mayor maduración artística, están en el camino de conseguirlo, como se pudo comprobar en su actuación en Barcelona, en el teatro Tívoli, como preámbulo a su gran presentación en el Liceo el próximo julio con la gran pieza de repertorio clásico La bayadère.
El programa que se puede ver en el teatro de la calle de Casp hasta el domingo está formado en su mayoría por coreografías del repertorio del American Ballet, la primera de ellas, Bruch violín concerto núm. 1, es un ballet de corte neoclásico, con coreografía de Clark Tippet del año 1987, que potencia el trabajo coral y los dúos. Las notas del compositor alemán modulan la vibrante interpretación de esta coreografía con clara influencia de Balanchine. Toda la compañía realizó una impecable interpretación, destacando por su elegancia y sublime ejecución María José Sales. A esta pieza le siguió el Chaikovski pas de deux, un bello y virtuoso dúo interpretado por Ángel Corella y Natalia Tapia; ambos lograron una emocionante y nítida interpretación,
CORELLA BALLET CASTILLA Y LEÓN
Bruch violín concerto número 1, de Clark Tippet / Max Bruch; Chaikovski pas de deux, de Balanchine; Clear, de J. S. Bach / Stanton Welch; We got it good, de Stanton Welch / Duke Ellington y Bill Strayhorn; In the upper room, de Philip Glass / Twyla Tharp. Teatro Tívoli. Barcelona, 21 de enero
La tercera coreografía se titula Clear y es un intenso y vital trabajo que Stanton Welch creó tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. La pieza, interpretada por el elenco masculino con la única presencia de la bailarina Kazuro Omori y música de Johann Sebastian Bach, destila fuerza y grandiosidad. Esta obra mereció el aplauso espontáneo del público en diversas ocasiones.
Ángel Corella brindó al público We got it good, un magnífico solo concebido a su medida, que potencia al máximo su magníficas condiciones de bailarín y subraya su atractivo de niño pícaro. Realizó una brillante y seductora interpretación. Fragmentos de jazz de Duke Ellington y Billy Strayhor acompañan los seguros y elevados saltos y las múltiples y precisas piruetas de este excelente bailarín.
El programa terminó con una vital y alegre coreografía de Twyla Tharp con música de Philip Glass, interpretada por toda la compañía.
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