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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

España cae arrollada por Croacia

El equipo de Rivera pierde casi todas sus posibilidades en el Mundial de balonmano

La situación alcanza visos de desesperada. La selección española de balonmano perdió ayer de nuevo frente a Croacia y su futuro en el Campeonato del Mundo se vislumbra insalvable. El equipo de Valero Rivera deberá ganar hoy irremisiblemente a Corea del Sur para poder entrar en la segunda fase. Pero la derrota de ayer, unida a la sufrida anteriormente frente a Suecia, le impedirá en toda caso pasar a ella con puntos. En consecuencia, su acceso a las semifinales parece ya absolutamente imposible. La única forma de lograrlo sería ganando los tres partidos de la segunda fase, ante Francia y previsiblemente Hungría y Eslovaquia, y esperando alguna carambola en los demás resultados. Algo inalcanzable con el nivel que está demostrando el siete español.

ESPAÑA 22 - CROACIA 32

España: Hombrados (Barrufet), Alberto Entrerríos (4), Cañellas (1), Garabaya, Juanín García, Ruesga (1), Tomás -siete inicial-; Ugalde (1), Rocas (3), Andreu (3), Morros (2), Perales (2) e Iker Romero(5, 1 de penalti).

Croacia: Alilovic (Losert), Hrvatin (1), Vori (5), Spoljaric, Metlicic (3), Valcic (1), Cupic (5, 1 de p.) -siete inicial-; Balic (3), Duvnjak (7), Lackovic (6), Zrnic (1), Gojun y Buntic.

Árbitros: Din y Dinu (Rumania).

Marcador cada cinco minutos: 1-3, 2-6, 3-8, 7-13, 9-17, 11-18 (descanso). 12-20, 15-22, 16-24, 18-25, 20-28 y 22-32.

Unos 12.000 espectadores en el Spaladium Arena de Split. Croacia es líder del grupo B, con ocho puntos, igual que Suecia; España es tercera con cuatro.

La cara de Rivera era un auténtico poema. El ex técnico del Barcelona intentaba transmitir tranquilidad a sus jugadores, pero su imagen no era precisamente la que más necesitaban sus hombres. No podía evitar una expresión preocupada ante lo que estaba ocurriendo en la pista. Ni los veteranos ni los jóvenes fueron capaces de asumir la responsabilidad. No hubo manera de asentar la defensa y los porteros se encontraban la mayoría de las veces impotentes ante la avalancha que se les venía encima. Hombrados estaba tan roto que Rivera optó por dar paso a Barrufet. Pero las cosas cambiaron poco.

Sin embargo, el principal problema de España era que nunca encontró la precisión necesaria en los lanzamientos. El ataque era lento, apenas había circulación del balón, los contraataques no existieron y, en cambio, las continuas pérdidas de la pelota permitían a los croatas utilizar el contragolpe y decantar el partido con cierta facilidad.

No había manera de salvar esa situación. Daba lo mismo que hubiera superioridad. La prueba más flagrante llegó cuando España tuvo una doble superioridad -tras la expulsión de Dunvjak y del técnico Lino Cervar- y, en vez de aprovecharla, la cerró con la pérdida de un gol. Demencial.

La impotencia alcanzó sus cotas máximas en la parte final del partido, cuando Croacia comenzó a tomar clara conciencia de su superioridad. Entonces buscó la humillación de su rival ante un público entregado cuyas 12.000 voces no pararon de cantar, animar y corear los nombres de sus jugadores desde el principio hasta el final.

Croacia tenía miedo de lo que pudiera hacer el equipo de Rivera. Pero, al final, España se mostró excesivamente tierna para poder aspirar a una medalla. Ahora la cuestión ya no es entrar en las semifinales, sino recuperar al equipo para vencer hoy a Corea del Sur y ganar la tercera plaza del grupo, la última que clasifica para la segunda fase.

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