Guaita, en el partido de su vida

Su familia, sus amigos y, también, sus detractores aguardaban el encuentro de anoche con expectación. "Puede ser el partido de su vida", decían familiares de Vicente Guaita, de 21 años, horas antes. No debutaba. Ya había jugado con el primer equipo en la misma Copa del Rey y en la Copa de la UEFA y se estrenó en la Liga el pasado domingo en San Mamés. Claro que no es igual hacerlo por accidente: el portero titular, Renan, se lesionó en los últimos minutos del primer tiempo y estará un mes de baja.

Ayer todo era diferente para Guaita. Se enteró el martes de la llegada de César Sánchez, de 37 años, que se quedará hasta el final de la temporada para cubrir la baja de Renan. Eso le liberará de presión. "No paran de agobiarle, aunque él está tranquilo", reconoce gente de su entorno. Ayer, el duelo, el escenario, la competición, todo pesaba sobre los hombros del joven guardameta. Como apuntó el técnico, Unai Emery, "está por hacer; está estudiando y su examen serán los partidos". En el examen de anoche sólo cometió un error, el que valió el gol del empate para el Sevilla. Pero salvó otros tantos y mostró el tesón que la cita exigía. El estadio, que aplaudió su primera intervención al minuto tres de encuentro, lo despidió también con una merecida ovación.

Sus técnicos habían destacado sus cualidades físicas y sus aptitudes. Explosivo, rápido de movimientos, seguro en las salidas, atrevido, valiente en los balones aéreos... A principios de curso, se sentía poco más que una marioneta en medio de la disputa que mantenía el entrenador con Hildebrand mientras él no podía siquiera jugar con el Mestalla, filial del Valencia. Un portero joven necesita competir, no sólo entrenarse, pensaba. Luego, empezó a empalmar una convocatoria con otra. Y llegaron los minutos. Y dejó al alemán en el banquillo. Le vio marchar. Y volvió a sonreír.