"No conecto con los gustos corrientes"

Caminaba con aire despreocupado entre los invitados de los premios Gaudí, como si el sarao no fuera con él, y eso que la Academia Catalana le acababa de conceder tres galardones -mejor película en lengua catalana, mejor director y fotografía- y su película El cant dels ocells reinaba en la noche junto a la comentada Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen. El director Albert Serra tiene asumido su papel de cineasta heterodoxo, acostumbrado al bajo presupuesto y a quedar arrinconado en la cartelera por culpa del cine comercial. En Barcelona, por ejemplo, su película se estrenó sólo en tres salas, en París se verá en ocho. "Llego a un mercado pequeño, pero internacional", comentaba con cierta resignación el lunes por la noche, horas antes de volar a la capital francesa, donde hoy se estrena El cant dels ocells y su cine tiene una buena acogida. La prestigiosa revista Cahiers du Cinema, sin ir más lejos, le dedica en su número de enero un reportaje de nueve páginas, lo que evidencia que la opinión de la crítica está a veces reñida con los gustos del público. Su victoria en los Gaudí, de hecho, fue una sorpresa para muchos, había quien ni conocía el filme, aunque la gala emitida por TV-3 servirá para que nuevos espectadores se interesen por una película que apuesta por una estética sencilla, pero hermosa.

"Mi cine es elitista, sofisticado, no tiene nada que ver con los gustos de la gente corriente", comenta cómodo en su actitud de outsider provocador y con algunas salidas deja boquiabierta a la audiencia. "Aunque, por otra parte, no sé qué cine hay más popular que el mío: soy un director que no ha estudiado cine, utiliza a actores no profesionales, técnicos de fotografía que no habían tocado una cámara en su vida y que cuenta una historia de raíz popular que tiene un punto humorístico. Así que es la gente la que es complicada, yo soy bastante sencillo".

Nadie le puede negar que El cant dels ocells cuenta una historia conocida: el viaje de los Reyes Magos en busca del Mesías. "Es eso, no pasa nada más. El espectador ya sabe cómo acabará, y yo mientras me entretengo en la sucesión de imágenes. Es una película pura, limpia". Y en ella se desenvuelven bien los actores amateurs, escogidos porque los profesionales siempre buscan "la verdad del personaje, en lugar de la belleza, como a mí me gusta, aunque ésta sea artificiosa".

Desde su estreno, El cant dels ocells ha sido carne de festival (una cuarentena) y ha recorrido desde Almería al Mar del Plata pasando por Dubai, desde que en mayo salió de Cannes. "Fuera siempre queda gente sin prejuicios", apunta con sorna. "Además, el cinéfilo anónimo que se mete en una sala ha muerto, ahora busca que le montes un festival. Así, la misma película que antes se le pasaba por alto, ahora, en el marco de la muestra, se convierte en un acontecimiento social".

Serra comenzó a buscar su público ya con la primera película, Honor de cavalleria. Escribió precisamente a un festival, el de Cannes, adonde envío el filme en DVD. "No tenía dinero para pagar la versión en 35 milímetros, pero sabía que podía gustar". Y así fue.

Cuesta arrancarle una opinión sobre el cine catalán actual, "mejor que el español gracias al apoyo de TV-3". "No veo las películas de los compañeros, no me interesan los temas que tratan: la pareja, la familia, la Guerra Civil. Pero a aquellos que no alcancen la calidad les recomiendo que luchen por lo menos por la originalidad".