_
_
_
_
_
Tribuna:Economía global
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mismas tareas

El año 2008 fue un desastre para el inversor, con los activos de perfil de riesgo medio-alto concentrando el castigo. Pese a ese balance negativo, que refleja la certeza de una recesión casi global y el temor a, lo que sería peor, una espiral deflacionista, las últimas semanas invitan a cierto optimismo y a señalar 2009 como un año con más oportunidades que riesgos.

La sustancial moderación de los tipos de interés interbancarios, liderada por el hundimiento de las expectativas para los tipos de intervención y también, aunque en menor medida, por cesiones en la prima de riesgo, y la paulatina recuperación de los mercados primarios de capitales no sólo de deuda bancaria avalada por el Gobierno, sino también emisiones de empresas, son dos hechos muy positivos.

Pero son necesarias más medidas. Sin la restitución de un mercado interbancario y de capitales operativo, la transmisión de las rebajas de tipos a la economía se antoja difícil y requerirá de mayor intromisión del Estado. A buen seguro, en 2009 los bancos centrales seguirán bajando tipos agresivamente y optando por herramientas de política monetaria no convencionales, y los Gobiernos forzarán aún más la palanca fiscal. Ambas son precondiciones para reducir la probabilidad de escenarios deflacionistas, pero pueden no ser suficientes.

La caída de las primas de riesgo en los tipos interbancarios ha respondido no tanto a las bajadas de tipos, sino a las medidas de apoyo al sistema financiero. En especial, a la recapitalización de entidades bancarias y, en un segundo plano, al otorgamiento de avales para la emisión de deuda.

Más allá de la liquidez de las entidades, es la percepción de insuficiencia de capital la raíz de la desconfianza que impide el funcionamiento del interbancario. La garantía de los depósitos interbancarios, la colateralización de la operativa o la creación de una cámara central de contrapartida que elimine el riesgo de crédito pueden ser útiles.

No menos relevante que la normalización de los flujos de liquidez en el sistema es la situación de capital del sector bancario, como se ha revelado en EE UU y Europa. Más directo sería profundizar en la recomposición de los ratios de capital. Un inversor difícilmente asumirá riesgos hasta que la entidad destinataria de los fondos cuente con un colchón apropiado para el riesgo que asume. La recapitalización directa por parte del Estado, o facilitando éste la entrada de inversores privados, está al orden del día. La otra posible vía de mejora de los ratios de capital proviene del denominador: dar salida a activos del balance o propiciar su recuperación en precio. Tarea harto difícil sin acudir al balance público, pues sigue sin haber un mercado líquido para un activo, ya sea tóxico o de alta calidad, relacionado con el inmobiliario.

Junto a esos dos factores, los principales esfuerzos deben concentrarse en el impulso fiscal productivo que permita estabilizar el valor de los mercados de activos y recuperar ingresos y, con ello, los ratios de capital, y en ayudar a las entidades financieras a aumentar su colchón de capital.

J. M. Amor y S. Baliña son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_