Calor mariachi a los dos lados de la frontera
Calexico agotó las entradas en su primer concierto en Galicia
Sobre un escenario, algunos artistas son capaces de aflorar las emociones más conmovedoras sin dirigirse al público siquiera una vez en el tiempo que dura su recital. La elocuencia de la música no necesita de más apoyos comunicativos. Claro que hay más estilos. Por ejemplo, el de quien se rinde ante un teatro en el que hace varios días que se colgó el cartel de "no hay entradas" y no deja de demostrar su gratitud por compartir esa porción de imaginación y sueños. En la presentación de Calexico en Galicia, el cantante y guitarrista de la banda, Joey Burns, demostró con creces su adscripción a ese segundo grupo.
El aforo de 1.000 localidades del Teatro Caixanova de Vigo se quedó pequeño para recibir al grupo de Tucson (Arizona). El cantante no dejó de manifestar su satisfacción por el espacio escogido, sobre todo después de la actuación, el día anterior, en la sala Joy Eslava de Madrid, donde, según reveló, llegó a sentirse agobiado. En Vigo, se agotó todo el papel casi una semana antes del viernes. Ante un público treintañero llegado de toda Galicia y el norte de Portugal -país en el que no recala la gira- y con reconocidos miembros de la escena musical gallega sentados en las butacas, Burns fue todo entusiasmo y agradecimiento durante algo más de hora y media de concierto.
A lo largo de la veintena de temas y los dos bises que fueron insistentemente reclamados, la banda al completo se contagió de la energía positiva: cinco músicos polivalentes que alternaron una multiplicidad de instrumentos y el batería John Convertino, co-fundador del grupo y con historia previa conjunta con Burns bajo la identidad de Giant Sand. El guitarrista Jairo Zavala, DePedro, presente en el último disco de Calexico, Carried to dust (2008) fue uno de ellos durante casi todo el recital, haciendo coros en español. Demostración de entendimiento, ya que, aunque figura como telonero, el madrileño tuvo a Calexico en su banda, al comienzo de la noche.
Una noche que sonó a carretera perdida y a cruce de trenes desvencijados. La peculiar mezcla de sonido mariachi, folk USA y rock independiente que es marca de la casa tiene la capacidad de llenar de matices el desierto inhóspito y de fotogramas la cabeza del espectador. No en vano, son expertos en bandas sonoras y quizá sea su faceta instrumental y exploradora la que más complace a sus seguidores desde los comienzos, allá por 1996. En los últimos discos, la voz y la onda tex-mex han ido ganando terreno.
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