El riesgo de lo extremo
El accidente de Cristóbal Guerrero [ayer se le implantó un marcapasos para que el bombeo del corazón no dependa del cerebro] ha sido la excusa perfecta para que muchos hayan saltado como un resorte del sillón de su casa para condenar el Rally Dakar, una carrera con tintes salvajes, según su opinión. Sin embargo, somos muchos los que no pensamos así.
Pasa el tiempo y cada vez hay más medidas de seguridad. Hace unos cinco años que todos los vehículos incorporan el sistema Iritrack, muy útil en cualquier caso, pero de forma definitiva en las motos. Con este dispositivo de posición, vía satélite, la gente del control sabe en todo momento dónde se encuentra el piloto. Antes, si se tenía un accidente, uno tenía que activar la baliza él mismo y, si no podía por estar inconsciente, tenía que esperar a que lo hiciera algún otro piloto que viniera por detrás. La organización está haciendo un gran esfuerzo, junto a la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y la Federación Internacional de Motociclismo (FIM), para que esta carrera sea cada vez más segura.
Como es lógico, los motociclistas son los que tienen más riesgo de sufrir daños porque están mucho más expuestos a los peligros que los que circulan dentro de un coche. Nadie se atreve a poner en duda el paso adelante que el Dakar ha dado en términos de seguridad. Pero, desgraciadamente, los accidentes ocurrían antes y seguirán ocurriendo, por más que existan unos dispositivos increíbles y unos planes de emergencia magníficos para evacuar a los que se caen. Es normal que, con un volumen de 500 vehículos en movimiento, circulando a toda pastilla, más otro porcentaje importante que se traslada por fuera de la pista (organización, médicos, prensa...), el fallo humano pueda existir. Cuando eso ocurre, desgraciadamente, puede haber víctimas.
Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una carrera extrema y todo lo extremo conlleva un riesgo. Si no fuera así, ya no sería una prueba tan especial y no habría llegado a ser mítica. Hay mucha gente que no sabe dónde está su límite y quiere encontrarlo. Esta carrera puede ayudarle a conseguirlo. A veces, ese objetivo puede suponer un desenlace fatal. De todas formas, el porcentaje de accidentes que hay es bajísimo. En el caso de Pascal Terry, el problema es que hubo un error por parte de la organización y es intolerable que lo encontraran dos días después de haber fallecido.
Yo invito a cualquiera que esté preparado y quiera vivir la aventura de su vida a que se inscriba en el Dakar. El otro día, en uno de los campamentos, se me acercó uno de los pilotos de moto. Acababa de abandonar y estaba de muy mala leche. Y me dijo: "Esto es una mierda. Es muy duro. No me imaginaba que lo sería tanto. ¿No crees que se han pasado?". Yo le respondí que no, que el Dakar tiene que ser así de duro. Acto seguido, le pregunté: "¿Y qué vas a hacer?". La respuesta que me dio permite entender un poco más lo que es esto del Dakar: "Pues... nada, a prepararme mejor y volver el año que viene".
Isidre Esteve participa en el Rally Dakar como piloto de un Ssangyong.
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