El Sporting pega de nuevo
El Valladolid pierde por segunda vez en cuatro días con los de Preciado
El Sporting estuvo a punto de pagar cierta frivolidad, al recrearse en su superioridad, con un empate que hubiese puesto de uñas a su afición. Con 2-0 y un jugador más, el equipo gijonés se cansó de fallar oportunidades. Marcó García Calvo en el 87 y la gente se puso a temblar. Y no sólo de frío. En cuatro días, primero en la Copa y ahora en Liga, Carmelo y Barral le han amargado la vida al Valladolid, con la ayuda inestimable de una defensa impropia de un equipo entrenado por Mendilibar. Todo el rigor y la solidez que se le supone a un equipo del técnico vasco quedaron en entredicho en su doble visita a Gijón.
El miércoles, en la Copa, las rotaciones invitaban a pensar en un Valladolid de circunstancias. Pero ayer, con los teóricos titulares, todo siguió igual. O peor, ya que el Sporting no jugó con tanto empuje. Ni siquiera García Calvo dio sensación de solvencia y Barral lo aprovechó a la primera.
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Sporting: S. Sánchez; Sastre, I.Hernández, Neru, Canella; D. Camacho, Míchel; Luis Morán (Maldonado, m. 71), Carmelo (Lora, m. 81), Diego Castro; y Barral (Bilic, m. 64). No utilizados: Sergio Sánchez II; Raúl Cámara, Jorge y Omar.
Valladolid: J. Villar; L. Prieto, I. Bea, G. Calvo, Marcos; V. Dorado, Á. Rubio; León (Aguirre, m. 64), Canobbio (Goitom, m. 46), Sesma; y Víctor (O. Sánchez, m. 36) No utilizados: Alberto; Borja, Haris y Escudero.
Goles: 1-0. M. 18. Carmelo. 2-0. M. 35. Barral. 2-1. M. 87. García Calvo.
Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Marcos (m. 31) y amonestó a a Sastre, D. Camacho, Míchel, L. Prieto y Ó. Sánchez.
22.000 espectadores en El Molinón.
Poca garra
Hasta ese momento, el Valladolid jugó a sus anchas, pero con tan poca garra que el dominio no pasó de un vistoso ejercicio estético en el centro del campo. El Sporting, fiel a su juego directo, intentaba robar y conectar con su pareja atacante, que Preciado mantuvo a costa de dejar en el banquillo a su máximo goleador, Bilic.
Con la expulsión de Marcos y, casi de inmediato, el 2-0, el partido parecía resuelto. Una sensación que se confirmó en el segundo tiempo. Los jugadores rojiblancos creyeron llegado el momento del lucimiento personal y el tercer gol se resistió. Por eso el Valladolid, cuando se encontró con su gol, se fue arriba con todo y puso a todo El Molinón de los nervios.
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