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Reportaje:SILLÓN DE OREJAS

Cascarrabias 2009

Manuel Rodríguez Rivero

Empiezo bien el año: me ha llegado a tiempo la nueva entrega de Luces de Cultura, la iluminadora revista del ministerio que dirige CAM (no confundir con las siglas del Combat Air Museum, sito en Topeka, Kansas), impresa en papel no reciclado a pesar de las recomendaciones de Presidencia. Teniendo en cuenta que para fabricar 3.000 postales navideñas se necesita un árbol crecidito y que el papel para envolver regalos que hemos arrojado a la basura tras las fiestas podría equivaler a la superficie de media Barcelona, lo cierto es que lo de las 44 páginas de Luces de Cultura es peccatum minius, pero me llama la atención que un ministro que lo está haciendo razonablemente bien se empecine, en plena era Internet y con una web institucional bastante mejorable y mucho más aprovechable, en publicar seis veces al año una revista que leen pocos más que los que llenan el tiempo en las antesalas de los despachos de su ministerio. A este paso sus responsables van a conseguir peor imagen que la que tiene (sobre todo entre los jóvenes) la SGAE, cuyo departamento de comunicación (en el hipotético caso de que exista) debería tomarse unas largas vacaciones para repensar su estrategia y aprender a vender mejor la teórica de la propiedad intelectual. En fin, no quisiera cascarrabiar demasiado. Sólo me gustaría, para completar este desahogo neoanual, añadir dos pequeñas notas. La primera es acerca de la felicitación navideña, dibujada por el maestro -porque lo es- Mingote, que este año ha enviado la Real Academia Española. Me importan una higa las convicciones religiosas y políticas de don Antonio, pero a estas alturas resulta improcedente ese dibujo en el que los tres Reyes Magos le regalan a Papá Noel (San Nicolás de Bari, no lo olvidemos) un diccionario de la "docta casa" para que se vaya "enterando de lo que la palabra Navidad significa". Estarán contentos los académicos agnósticos (creo que queda alguno). Lo cierto es que el sentido de la felicitación está en sintonía con esa muy legítima -pero sorprendente- campaña roucovareliana en la que se propone a los fieles colocar en el balcón un tapiz con una imagen flotante del niño Jesús, para que todos nos enteremos de lo que se trata. La otra nota es una humilde sugerencia para acabar de una vez con la crisis del ladrillo y enderezar la p*** economía: construir los nuevos bloques -incluso en Seseña- con las toneladas de volúmenes procedentes de las devoluciones postnavideñas. Algo que me trae a la cabeza esa estupenda tira cómica de Liniers (en Macanudo 3, Reservoir Books) en la que Enriqueta le explica al gato Fellini que le gusta mirar su biblioteca porque está llena de universos. Claro que estos días hay muchos universos que se meten en cajas y se envían de vuelta al almacén.

La edición se concentrará en la búsqueda de ficciones globalmente vendibles. Con un "motivo": los años ochenta

Fragancias

Aunque según algunos de mis topos en Cegal (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) el último trimestre ha sido bastante desastroso (con descensos en algunas grandes librerías de hasta el 6% respecto a la facturación del pasado año), durante las últimas semanas decembrinas hubo más alegrías de las esperadas. La verdad es que la oferta ha sido espectacular, pero no hace falta consultar los exclusivos informes de Nielsen para llegar a la conclusión de que -como ya venía sucediendo, pero ahora a lo bestia- se han vendido muchos ejemplares de un número limitado de títulos. ¿Cuáles? Piensen un poquito y recuerden -aunque sean hombres que no aman a las mujeres o chicas que sueñan con cerillas y bidones de gasolina- cuáles formaban pilas de difícil equilibrio durante el último medio año. Lo que no es óbice para que algunos editores hayan querido exprimir demasiado la naranja: ahí tienen, por ejemplo, esa increíble caja de galletas ("edición coleccionista") con la que Planeta ha pretendido re-sobreexplotar a su estrella Ruiz Zafón, y que incluía (por 50 eurillos de nada) dos novelas del eximio Midas literario (La sombra del viento y El juego del ángel), un folletillo de 46 páginas (a doble interlineado) con dos cuentos "inéditos" y -atención, atención- ¡"un pin exclusivo del dragón que identifica al autor"! Todo ello, claro, empaquetado en la citada caja de hojalata (muy útil, lo reconozco, para guardar sobres de té y hierbas medicinales). Lo único que les ha faltado a los genios de la mercadotecnia planetaria para completar la panoplia era un perfume Ruiz Zafón con olor a Barcelona, ahora que están de moda las fragancias de autor/a (por cierto, si hasta Rosario Flores tiene la suya, ¿para cuándo una recia y viril de Sabina?).

Tendencias

Me alegro retrospectivamente del Premio Libro Europeo concedido al estupendo Postguerra: una historia de Europa desde 1945 (Taurus), del historiador británico Tony Judt (Londres, 1948). Y me alegro por partida doble, porque acababa de terminar bastante irritado el poco satisfactorio capítulo que su más joven colega Michael Burleigh dedica al terrorismo alemán de los setenta en su más bien neocon y sensacionalista Sangre y rabia, una historia cultural del terrorismo, publicado también por Taurus. Nada que ver, en lo que se refiere a comprensión de los procesos históricos, con la perspectiva mucho más amplia y contextualizada de la que hace gala Judt en las breves páginas que dedica al tremendo asunto en su muy recomendable libro. Y, encima, Burleigh -cuyo El tercer Reich (Taurus) no le llega a la suela del zapato (a pesar de los premios obtenidos) a la estupenda trilogía sobre el mismo asunto de Richard Evans (Península)- se permite despotricar contra Judt en una nota de su libro (la 26 del capítulo 6º) llamándole "marxista de salón" y "engreído". Por cierto que, según la opinión de importantes analistas editoriales anglosajones, 2009 no será un año propicio al ensayo. Y, de hecho, las divisiones de non-fiction de algunos grandes grupos norteamericanos están sufriendo "reestructuraciones", es decir, despidos. Continuará, claro, la moda de libros sobre la crisis, la "reinvención" del capitalismo (¡glup!) y cierto resurgir de la literatura crítica de izquierda. Pero los esfuerzos se concentrarán en la búsqueda de ficciones globalmente vendibles. Con un "motivo": los años ochenta. Y una explicación: los que crecieron en esa década han llegado a la edad de adquirir libros masivamente. Y, además, como a los editores les fascinan los aniversarios, habrá novelas con telón de fondo de colapso del comunismo y ambientes reaganianos-thatcheritas. Y continuará la moda del libro electrónico: Amazon acaba de reconocer que estas Navidades las peticiones para su kindle fueron tantas que no dieron abasto, mientras Nintendo anuncia por 19,99 libras esterlinas (poco más de 20 euros) un "cartucho" con 100 grandes novelas completas de Dumas, Dickens, Austen, Twain "y muchos otros" (de derecho público, claro). Y nosotros, aquí, con estos pelos gutenbergianos que nos impiden ver el bosque tecnológico que avanza hacia nosotros más veloz que el macbethiano de Birnam en su camino hacia Dunsinane.

Ilustración de Max.
Ilustración de Max.

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