Una repentina faringitis
Los repetidos avisos de Ujfalusi, ausente anoche del equipo titular, no le sirvieron de mucho al Atlético.
"La única forma de parar a Messi es con marcajes al hombre, cosa que nosotros no practicamos porque defendemos en zona", advirtió el central checo, que entró ayer al campo cuando su equipo estaba por debajo en el marcador (0-2) y con un jugador menos, y luego marcó el gol que devolvía al Atlético al partido.
Las diagonales de la Pulga sembraron el desconcierto entre los zagueros colchoneros. A los cinco minutos Heitinga empujó dentro del área al delantero argentino, en una acción clarísima que Iturralde González no pitó como penalti. Poco después, taconazo de Alves incluido, Messi aprovechó uno de los regalos de Pernía por la banda izquierda del Atlético para batir a Coupet.
El Atlético no pudo empezar peor el día de Reyes. Pasadas las 12.30, Agüero y Antonio López se cayeron de la convocatoria por una faringitis. Después de una noche de demonios, el punta y el defensa se despertaron con 39 grados de fiebre. Los rumores colocaron al Kun sentado al lado de Maradona, su futuro suegro y seleccionador de la albiceleste, en el palco del Vicente Calderón. No fue así, aunque el seleccionador argentino sí estuvo en el estadio.
La faringitis que afectó a varios empleados del club en el stage de Los Ángeles de San Rafael (Segovia) antes del cambio de año se extendió al vestuario. La baja del lateral Antonio López trastocó los planes de Javier Aguirre, que se vio obligado a buscar una solución de emergencia. Veinticuatro horas después de dejar fuera de la lista a Pernía por sus fallos en el partido liguero contra el Valencia (3-1), el entrenador rojiblanco, falto de efectivos, no tuvo más remedio que rectificar y colocarle en el ala izquierda. Messi y Alves tomaron nota y causaron estragos por la zona que defendía el hispanoargentino.
La afición que acudió al Calderón guardó un minuto de silencio por la muerte de Martins, uno de los fisioterapeutas del Atlético, que sufría un cáncer de páncreas. No fue el único momento que marcó el inicio del partido. El Barça apareció por el Vicente Calderón vestido de amarillo. Los colores del uniforme obligaron a que Iturralde González, el árbitro, tuviera que buscar un nuevo atuendo.
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