El más grandioso Valle
Hay textos de la literatura dramática de un país que las leyes en vigor deberían proteger obligando a que fueran puestos en escena con una cierta asiduidad. De la misma manera que un gobierno jamás se cuestionaría defender que un cuadro como Las Meninas de Velázquez sea visto y disfrutado por la población, también tendría que tomar cartas en el asunto cuando se corre el riesgo de que alguna generación se quede sin ver sobre un escenario joyas del patrimonio cultural universal. Es el caso de Luces de bohemia, texto escrito por Ramón María del Valle-Inclán en 1920 y considerado por más de un sabio, además de fundamental, el más importante del teatro español del siglo XX.
Todos recordamos solventes montajes sobre esta obra que hicieron en las últimas décadas José Tamayo, Lluís Pasqual o Helena Pimenta. Ahora llega otra oportunidad para las nuevas generaciones, y por supuesto para los repetidores, de ver este texto representado sobre el escenario del teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. Una nueva lectura en la que el aragonés Teatro del Temple y su director Carlos Martín han tratado de abordar no tanto una actualización de la obra, sino una profundización en la esencia de este maravilloso texto preñado de personajes turbulentos y situaciones grotescas con el que nació una nueva forma de mirar la realidad: el esperpento. Un viaje iniciático del poeta ciego Max Estrella, personaje inspirado en el bohemio Alejandro Sawa y que aquí interpreta Ricardo Joven, junto con su amigo Latino de Hispalis (que aborda José L. Esteban) y otros seres noctívagos del Madrid más céntrico, lumpen y sórdido. Un microcosmos de la sociedad de entonces... o de la de ahora.
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