Todos contentos menos Assunção

Los pronósticos de Javier Aguirre en la copa de Navidad del Atlético se cumplieron con la fiabilidad de un oráculo. "El míster está seguro de que nos tocará el Oporto. Le parece incluso mejor rival que el Panathinaikos. El viaje es más corto y el ambiente no es tan chusquero", cuchicheaba un directivo el jueves, entre mojito y mojito, mientras el preparador mexicano reía las chirigotas de un grupo de Cádiz. "Yo lo que digo es que, según me comentaron mis colegas Alex Ferguson y Arsène Wenger [del Manchester United y el Arsenal respectivamente] durante un curso de entrenadores de la UEFA, es mejor quedar segundo en la liguilla de grupos para así jugar la vuelta de los octavos fuera en vez de en casa. Si lo dicen ellos, que tienen más experiencia que nosotros en la Champions...", apuntó Aguirre. Según la perspectiva con que se mirase, el bombo le dio la razón: el campeón de Europa, primero del Grupo E, se cruzará con el Inter de José Mourinho, que terminó segundo del B. "Es lo que te puede pasar si terminas primero...", tiraban de ironía en los mentideros del Calderón.

Ajenos a las cuitas del cuerpo técnico, los jugadores rojiblancos se enteraron del rival por la radio del Mercedes de Miguel Pérez, un directivo. "El Oporto sufre bastante si no domina el esférico. Entonces, se ve obligado a realizar importantes desgastes físicos", comentó Maniche, que se proclamó campeón de Europa con la casaca blanquiazul en 2004.

Contra el jolgorio general, Assunção fue el único que no recogió con agrado su vuelta al estadio do Dragão, en el que le esperan de uñas: "Tengo claro que jamás podré volver a vivir allí. Cuando me retire, tendré que irme a Lisboa".

El centrocampista brasileño se acogió el pasado verano a la ley Webster (establece que un jugador puede marcharse de su club cumplidos tres años de contrato, o dos si es mayor de 28 años, con sólo abonar una compensación en función de los años de servicio que le resten y de su salario) para rescindir su compromiso con el club portugués, al que pagó 600.000 euros. Días después, el cuarto caso Webster de la historia se ejercitaba ya con el Atlético.

El Oporto no se cruzó de brazos y denunció el asunto a la FIFA alegando que su marcha le obligó a fichar contrarreloj a dos jugadores de recambio, el argentino Costa y el colombiano Guarín, que le costaron más de cinco millones de euros.

"Yo también llegué a pensar en salir del Oporto, pero nunca haría como Assunção", declara Lucho González. El delantero argentino, que renovó su contrato hasta 2012, es uno de los puntales del campeón luso junto a su paisano Lisandro. "La calidad de los dos ha sido tan determinante que el dirigente del club ha abierto las puertas a siete argentinos y dos uruguayos", confía uno de los agentes dominadores del mercado. Mientras tanto, Jorge Nuno Pinto da Costa hace y deshace a su antojo en un club presidencialista que ha recobrado el vuelo tras el amago de sanción de la UEFA. El organismo que dirige el francés Michel Platini levantó a última hora el castigo de un año de exclusión de las competiciones europeas a la entidad por la compra de partidos de la Liga de su país en la campaña 2003-04. "El equipo notó esos meses de revuelo, pero ya se ha repuesto", observan desde el entorno de Pinto da Costa. "La eliminatoria va a estar al 50%. Es un equipo campeón de Europa, bien entrenado y con un sistema muy asimilado", considera Aguirre.

Dirigido por Jesualdo Ferreira, el Oporto realizó una sobresaliente segunda vuelta en la liguilla venciendo a domicilio al Dinamo de Kiev y el Fenerbahçe (ambos por 1-2) para terminar a la cabeza del Grupo G tras imponerse al Arsenal (2-0). Una razón por la que también se frotan las manos en la desembocadura del Duero. "El Atlético no ha estado en las grandes competiciones en los últimos años. Junto con el Manchester United, somos el equipo que más tiempo lleva disputando el torneo", razona Vitor Baía. Ya retirado de la portería, el director de relaciones internacionales del club participó en la victoria sobre el Deportivo hace cuatro años en Riazor. Fue la única vez que el Oporto ganó en España.