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Crónica:El gran clásico
Crónica
Texto informativo con interpretación

El fútbol es de los ambiciosos

El Barça abate a un defensivo Madrid en una épica carga en las postrimerías del partido

Ramon Besa

Un córner abatió al Madrid en el Camp Nou. Las jugadas de estrategia también valen, máxime cuando el contrario decide que el partido se resuelva a balón parado. Murió el Madrid víctima de su propia medicina, superados los centrales en el salto por la bravura del capitán Puyol y entregado Casillas ante el gatillo de Eto'o. Negado estéticamente, el Barça aceptó decidir el partido por la vía épica y salió igualmente ganador avalado por sus jugadores más físicos y sentimentales, más ambiciosos. El peor desenlace posible para un heroico Madrid.

Al Barça se le pedía que cumpliera la orden de ejecución futbolística del Madrid con la mayor de las solemnidades y acabó siendo víctima de sus expectativas hasta que apareció la cabeza de Puyol y la pierna de Eto'o. Entonces ya no le quedaba siquiera el consuelo de remitirse al árbitro, que había pitado un penalti que Casillas paró a Eto'o. Vencido Casillas, incluso reapareció Messi, fuera de onda todo el encuentro, para rubricar el éxito en una contra muy vista en el Arsenal por el pase de Hleb y el toque de Henry.

BARCELONA 2 - REAL MADRID 0

Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Márquez, Abidal; Xavi (Keita, m. 90), Touré, Gudjohnsen (Busquets, m. 63); Messi, Eto'o (Hleb, m. 88) y Henry. No utilizados: Jorquera; Cáceres, Sylvinho y Bojan.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Metzelder, Cannavaro, Sergio Ramos; Sneijder (Palanca, m. 36), Gago, Guti (Javi García, m. 72), Drenthe; Higuaín (Van der Vaart, m. 76) y Raúl. No utilizados: Dudek; Antón, Agus, Bueno y Saviola.

Goles: 1-0. M. 82. Eto'o remata un servicio de cabeza de Puyol tras un córner. 2-0. M. 91. Messi, de vaselina, a pase de Henry.

Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Metzelder, Sergio Ramos, Márquez, Drenthe, Salgado, Eto'o, Casillas y Messi.

96.059 espectadores en el Camp Nou. Casillas paró un penalti a Eto'o (m. 69).

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Ante un equipo tan futbolero como el Barça, el Madrid dominó largo tiempo cuantas cosas rodean al juego, factores propios de un equipo menor y, sin embargo, estimables en situaciones de desesperación como las que se viven en Chamartín. Actuó al límite del reglamento, se defendió con diez y perdió el tiempo que pudo. Funcionó un buen rato como el mejor anti-Barça para desdicha de la afición azulgrana. La carga ambiental afectó excesivamente al Barça, que actuó con demasiada calentura. Pero la misma excitación que le negó la goleada le sirvió para ganar en un último arrebato que provocó el delirio.

Atacó el Barça con la determinación de cada jornada y la rutina de siempre, sin reparar en el rival. La normalidad es hoy signo de salud en el Barça. También el Madrid participó de cierta cordura después de jugar durante un tiempo desordenado a propósito. La acumulación de lesionados llevó a Juande a montar una alineación más o menos convencional, presidida por un detalle extraordinario como la ubicación de Ramos de lateral izquierdo para tomar a Messi.

La marca al argentino se convirtió en un asunto capital para el Madrid. A Messi le dieron mucha cera los zagueros y medios blancos, muy bien colocados, convencidos de que parar al argentino significaba desactivar al Barça. Messi no marcó cuando pudo armar el remate y el Madrid se creció hasta levantar un muro. Los azulgrana se desquiciaron ante el partido de pierna fuerte planteado por el Madrid. Enjaulado Messi y anulado Xavi por la camisa de fuerza que le puso Gago, el Barça atacaba tan mal como bien se defendía el Madrid. Los blancos trabaron y trampearon el choque ante la complacencia arbitral.

Las faltas se sucedían, las interrupciones del juego eran continuas, los saques de portería de Casillas se alargaban y no sólo no aparecía Messi, sino que Valdés sacó un remate de gol a Drenthe a la salida de una contra del Madrid, intimidador también en las transiciones que pudo organizar. Ni siquiera la lesión de Sneijder destempló al Madrid, que alcanzó el descanso incluso con cierta comodidad. Había enfriado el encuentro y el Barça se aceleraba con exceso, presa de la precipitación, falto de lucidez, cegado por meter cuanto antes un gol.

Aunque futbolísticamente el encuentro continuaba perteneciendo al Barça, a nivel psicológico giraba a favor del Madrid. Hasta Xavi perdía la pelota en su cancha y Palanca enfilaba con reiteración a Abidal. La ansiedad le podía al Barça, tan perseverante y ambicioso como estéril porque los jugadores corrían más que la pelota. Ni siquiera una concesión de Míchel Salgado, que cometió un ingenuo penalti sobre Busquets, redimió al Barça porque Casillas sacó el tiro a Eto'o. Aguantaron Casillas y Valdés en sus porterías hasta que Xavi botó el córner que Eto'o mandó a la red. El Madrid se quedó sin argumentos ni respuesta, definitivamente empequeñecido porque había jugado para empatar y salía derrotado. Tenía razón Schuster. Al Barça le dio tiempo incluso para que Messi recuperara la sonrisa después de que Eto'o aumentara su cuenta como pichichi y Valdés certificara su liderato como zamora. Así de racional acabó el clásico. El líder le pudo al campeón y el Barça ya le saca 12 puntos al Madrid.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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