Un respiro de alivio en Marsella
La libertad bajo fianza del 'ultra' Santos Mirasierra rebajó la tensión ante el duelo en el Velódromo
Maxi Rodríguez aparcó las bromas en cuanto su cabeza asomó fuera del avión. El capitán del Atlético, al igual que el resto de los 120 viajeros de la comitiva a Marsella, se quedó "sin palabras" cuando, pasadas las doce de la mañana, vio a pie de pista el dispositivo que las fuerzas de seguridad francesas montaron para su protección: cinco furgones por delante del autocar del equipo, otros tantos por delante del de la prensa y diez más por detrás resguardando a los monovolúmenes de los directivos y los VIP. "Este despliegue parece un poco exagerado. Hasta te pone nervioso. Pero, si no lo hubieran dispuesto así, igual nos estaría cayendo ahora de todo", opinó Emilio Gutiérrez, el responsable de marketing del club rojiblanco, mientras un helicóptero policial surcaba el cielo.
Una escolta de 20 furgones policiales a la ida y a la vuelta
Al final, la mayor amenaza al Atlético fueron unos cuantos cortes de manga y las voces malsonantes de costumbre. La Gendarmería se aplicó a conciencia y cortó la autovía. Cuatro motociclistas se iban turnando para impedir el tráfico de vehículos en cada incorporación. Mientras tanto, los furgones obligaban a algún camionero despistado a echarse al arcén para dejar libre el paso. El convoy no se detuvo en los 55 minutos de travesía hasta el hotel Radisson. Nada ni nadie se interpuso en su camino. "Hombre, es que el ambiente se ha relajado bastante cuando nos hemos enterado de que el camarada Santos Mirasierra sería puesto en libertad bajo fianza", explicó Julien, uno de los 4.500 integrantes de los Ultras 84, que vistieron camisetas blancas reclamando su "libertad total".
Pasadas las 16.30, la decisión de Caridad Hernández, la titular del Juzgado de lo Penal número 20 de Madrid, fue recibida con indisimulada alegría por los componentes del Atlético. "No era un hincha nuestro, pero no se merecía una condena así. Esperemos que los ultras lo tengan en cuenta cuando lleguemos al estadio", resopló un directivo. Era el punto y final a una jornada de muchos nervios en el hotel Radisson, blindado por los cuatro costados por 100 agentes antidisturbios y 20 municipales. "Una cifra que no está nada mal, ya que hace tres semanas acogimos a 30 ministros de Medio Ambiente, entre ellos el iraquí, y había la mitad de policías fuera", explicó el responsable de seguridad del hotel, el canario Óscar Santana, que no dejó "nada" al azar. "Dos de mis hombres controlan el acceso a la segunda planta, donde están los jugadores... No le recomiendo a nadie que se presente por allí arriba sin permiso", advertía en el vestíbulo.
"Santos es un ultra, sí, pero no es violento. En España tienen una idea negativa del término ultra. En Francia sólo significa que llevas a tu equipo en lo más profundo del corazón, nada más", insistió Julien, cuyo grupo tenía previsto dejar vacía la Curva Sur del Velódromo en protesta por la condena de tres años y medio a su colega de origen español por los incidentes de hace dos meses en el Calderón. "Es una alegría. Pagaremos la fianza de 6.000 euros y mañana por la tarde [hoy] saldrá de la cárcel madrileña de Estremera... Aunque insisto en la inocencia de mi hermano. Santos es como un oso grande. Jamás haría mal a nadie", proclamó Lucile Mirasierra.
"Estoy segurísimo de que vamos a vivir el partido más tranquilo de nuestras vidas", apuntó el presidente del Atlético, Enrique Cerezo, antes de partir a la comida con su homólogo, Pape Diouf. Previamente, Guy Cazadamont, jefe de seguridad del Marsella, esperaba tranquilo la llegada del autocar rojiblanco a su residencia por seis horas: "No pasará nada. Tenemos confianza. En el campo habrá 1.000 agentes, 300 más de los que desplegamos cuando nos visita el PSG".
Las autoridades francesas rechazaron la ayuda de los seis agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) española que iban a viajar con el Atlético y se quedaron en Barajas, de donde partió el equipo con un retraso de 40 minutos que el comandante Flores solventó apretando el acelerador del vuelo XX 1903 Y. "La policía francesa, aunque agradece sus esfuerzos, se considera plenamente capacitada para evitar cualquier incidente", explicó un miembro de seguridad del club español.
Mientras tanto, Pierre tarareaba el estribillo de Liberez Santos!, la canción de moda del grupo L'Antidote: "En nombre de todo un pueblo, / en contra de la injusticia, / toda Francia grita: / ¡Liberad a Santos!". "Su detención fue por una bandera", dijo, molesto, el cabecilla de los Ultras 84, Cristophe Bourguignon. "¿Cómo iba a dejársela coger a la policía española? Para nosotros es algo imposible. Es como dejar que te roben la novia", concluyó.
"No hay mal que por bien no venga", recuerda Aguirre
Javier Aguirre saboreó el segundo puesto del grupo como si fuera un regalo. "El Chelsea y el Inter han terminado en la misma posición mientras que el Panathinaikos y el Roma han sido primeros. Así que no hay mal que por bien no venga. Estoy muy satisfecho". Hasta conocer al próximo rival, el mexicano hará buena la doctrina que aprendió de Arsène Wenger y Alex Ferguson: "Mis colegas del Arsenal y el Manchester United, tan habituados a la Liga de Campeones, me sorprendieron en el curso de entrenadores de la UEFA al asegurar que preferían jugar la vuelta de los octavos fuera de casa [así lo hacen los segundos]".
Sus jugadores dieron la razón a Aguirre. "No tiene mala pinta haber acabado en esta posición", recalcó Raúl García. El centrocampista se quejó del terreno: "Era un patatal". "Ha perjudicado nuestro estilo", le secundó Luis García, que celebró el fin de la polémica con el Olympique. Según Aguirre, "el campo sólo era agua y barro".
"¿Qué había dicho? Pues claro que no íbamos a la guerra", declaró risueño Enrique Cerezo. El presidente del Atlético agradeció "tener que pensar sólo en la visita del Betis". "Es un éxito", concluyó Aguirre; "si hace tres meses nos dicen que íbamos a terminar segundos, lo habríamos dado por bueno. Y más cuando esta noche hemos comprobado que la plantilla no es corta".
El belga Eric Gerets, entrenador del Marsella, obvió el lado oscuro de los ultras: "Espero que Santos Mirasierra haya podido ver a tantas personas con camisetas reclamando su libertad. Somos una gran familia".
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