Jean Fournet, director de orquesta
Holanda, Estados Unidos y Japón admiraban su sobriedad y rigor
Era Jean Fournet, fallecido a los 95 años el pasado 3 de noviembre en la localidad de Weesp en Holanda, un director musical que ejercía su trabajo dando preferencia a unos valores en las antípodas del espectáculo y el exhibicionismo. Su tarjeta de presentación era la sobriedad y sus armas más eficaces la discreción y la disciplina.
Nacido el 14 de abril de 1913 en Ruán (Francia), defendió a capa y espada la música francesa a lo largo de toda su carrera. Cuando sustituyó a Eduard van Beinum en la Concertgebouw de Ámsterdam en 1950, lo que supondría un paso importante en el lanzamiento de una prestigiosa trayectoria profesional en Holanda, lo hizo en el contexto de un ciclo dedicado a la obra integral de Maurice Ravel. Cuando debutó en el Metropolitan de Nueva York, a edad bastante avanzada, eligió la ópera Sansón y Dalila, de Saint-Saens. Y en Japón, su tercer país de adopción fuera de su Francia natal, protagonizó la primera audición nipona de Pelléas et Mélisande, de Debussy. No es que solamente dirigiese música francesa, pero lo cierto es que recurría al repertorio francés en los momentos fundamentales.
Flautista en sus primeros pasos, como su padre, llegó a ser director musical de la Ópera Cómica de París de 1953 a 1957, y de la Orquesta de la Île de France de 1974 a 1982 gracias a la mediación de Landowski. En Holanda estuvo al frente de la Orquesta Filarmónica de la Radio Holandesa de Hilversum de 1961 a 1973 y de la Orquesta Filarmónica de Rotterdam durante cinco años.
En el mundo operístico estadounidense se asentó básicamente en la Ópera Lírica de Chicago, aunque también frecuentó con cierta asiduidad el teatro Colón de Buenos Aires. Su último concierto lo dirigió en Japón al frente de la Sinfónica Metropolitana de Tokio en enero de 2005.
Maestro concertador de extraña eficacia, más que notable pedagogo -dio clases de perfeccionamiento musical en diferentes centros académicos de Francia y Holanda- y defensor de la concentración sin concesiones en sus planteamientos orquestales, Jean Fournet no fue quizás lo suficientemente profeta en su tierra.
Tal vez le pasó factura, siendo acusado de colaboracionismo, que dirigiese la orquesta de Radio París, un órgano de propaganda alemana, en los años de ocupación. En cualquier caso, Jean Fournet fue un maestro respetado y querido por las orquestas y los diferentes públicos, para el que el paso del tiempo jugará sin duda a favor en el reconocimiento de sus méritos en su país natal.
En Holanda, Estados Unidos y Japón se apreciaban su talento y su actitud seria y comprometida en los enfoques musicales. La cultura francesa ha tenido en él un embajador musical abnegado y riguroso.
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