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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobra con dos

Dos caballeros de indumentaria marengo y gesto impertérrito, un par de guitarras polvorientas y una chica que acaricia el djemb de manera casi testimonial. En otras circunstancias sería como para presentir un temblor. Sin embargo, cuando los protagonistas de esta escena son los antiguos líderes de The Jayhawks, acaso la banda de rock con raíces más importante nacida en el imperio recién conquistado por Obama, la percepción varía sustancialmente.

Estos dos tipos cuidan con esmero los detalles; aciertan hasta con la música de sala, cortesía del exquisito soulman James Hunter. Saben que a renglón seguido, cuando se desvanezca el CD y se abran los micrófonos, podrán mantener el listón en lo alto. Compositores excelsos, llevan media vida cantando juntos y parecieran haber nacido para ello. Louris asume la parte más prístina y aguda; Olson, la rugosa impureza del camino. Los enteradillos dirían que empastan a la perfección; el vulgo, que se lo montan de maravilla. O alguna otra expresión que el libro de estilo no contempla.

Gary Louris & Mark Olson

Gary Louris (voz, guitarra y armónica), Mark Olson (voz, guitarra), Ingun Ringvold (percusiones). Sala Galileo Galilei. Madrid, 29 de noviembre. 18 euros. Lleno (700 personas).

Allá por 1995, Mark desertó de los Jayhawks para consagrarse a la escritura junto a su hoy ex mujer Victoria Williams. Gary mantuvo la banda hasta grabar un disco asombroso, Rainy day music (2003); luego la extinguió y se compró una casita en El Puerto de Santa María (Cádiz). Pese a sus discrepancias, estaban llamados a reencontrarse. Lo atestigua el álbum Ready for the flood, tan reciente que ni su público más militante había tenido tiempo de aprendérselo. Da igual: reescucharán con más calma Saturday morning on Sunday street o Bicycle y convendrán que los dos viejos trovadores cómplices siguen en racha. Tanto, que ni siquiera se echa de menos una banda más generosa que los arrope. Si hubo un tiempo en que con ocho bastaba, hay casos en que sobra con dos.

Sólo se echó en falta un repaso un poco más generoso al repertorio de sus trabajos quintaesenciales, Hollywood town hall y Tomorrow the green grass, por aquello de recrearse con la familiaridad de algunos juegos armónicos. Objeción menor, porque los Simon y Garfunkel del country alternativo -y conste que eso pretendía ser un piro-po- lograron embelesar a un público quizás no mayoritario, pero sí muy bien documentado. Y encantado de fotografiarse con Olson, que paseaba por entre las mesas con gesto de guasa cinco minutos antes de que comenzara el concierto.

Gary Louris & Mark Olson, en la sala Galileo Galilei.
Gary Louris & Mark Olson, en la sala Galileo Galilei.ULY MARTÍN

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