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Reportaje:

Violencia teatral en la cárcel

150 reclusos de Teixeiro presencian en prisión la obra 'Medidas preventivas'

Nada es igual en prisión, y una obra de teatro como Medidas preventivas, tras más de un año de gira por villas y ciudades de Galicia, cobró otra dimensión al ser representada en la cárcel coruñesa de Teixeiro. Fue el pasado martes, día 25, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en un lugar y con un público que transformó el significado de las palabras, las denuncias, los sonidos y las escenas de la obra, escrita y dirigida por Gustavo Pernas. El propósito de Medidas preventivas no es otro que el de alertar, en clave de humor, incluso en ocasiones negro, contra comportamientos sociales y cotidianos que convierten a las personas a la vez en policías y víctimas de sí mismos.

El público siguió la función entre bromas, risas y aplausos
La pieza es una denuncia de comportamientos sociales insolidarios

Unos 150 presos, de los cuales 30 eran mujeres, no se limitaron a ser pasivos espectadores de la función, en una gira organizada por la Diputación coruñesa con el fin de llevar también tras las rejas una obra teatral elegida para conmemorar el día contra la violencia machista. Hubo mucha intervención en alto, réplicas al texto, carcajadas y gritos de protesta a las cinco historietas que protagonizaron tres actores, Ánxela Abalo, Xosé Bonome y Vicente de Souza. En prisión, más que en cualquier otro lugar, no cabe indiferencia ante diálogos que, como pretenden estas cinco pequeñas historias de Medidas preventivas, denuncian malos tratos, medidas de seguridad absurdas, miedos y desconfianzas, abusos de poder o racismo.

Las reclusas, sentada en primera fila del gélido salón de actos de la cárcel, fueron las más activas en prodigar risas, aplausos y también abucheos contra diálogos voluntariamente machistas o xenófobos. "Eso no se permite", abroncaron las mujeres cuando un policía, abandonado por una esposa a la que maltrataba, se explaya en despotricar al género femenino.

Aunque también hizo las delicias del conjunto de los presos, hombres y mujeres sin excepción, el hecho de que en dos de estas pequeñas piezas teatrales el papel del malo, el misógino, el maltratador, el racista o el personaje de pocas luces resultase ser un policía. Y qué decir de los gritos de "asesino" y las ovaciones que estallaron entre el público de la prisión, cuando un inspector de policía acaba de un disparo con la vida de una actriz, simplemente "por violencia preventiva". O cuando una agente mata en el escenario a un compañero que acababa de disparar a un ciudadano que fumaba tranquilamente en la calle. "Pégale un tiro", "mátalo ya", "que muera", recomendaban a voz en grito a los actores.

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Áncora Produccións, la compañía de Gustavo Pernas y Ánxela Abalo, tuvo que adaptar su obra a las limitaciones de la cárcel. Prohibidas las pistolas de fogueo, los tiros fueron emulados por la megafonía. Y hubo que reducir de 46.000 a sólo 6.000 los vatios empleados para una cuidada escenografía, que juega continuamente con colores y luces. La renuncia a ciertos efectos visuales provocó momentos de oscuro absoluto que no hay en otros escenarios, lamentaba el director.

Pero lejos de desmerecer la obra y su gran carga de denuncia, le dio fuerza, opinó la directora del centro, Silvia Alonso. Se mostraba satisfecha la responsable de la representación de que una obra pensada y paseada por toda Galicia -la gira termina en Viveiro (Lugo) el 13 de diciembre- sea también accesible a personas privadas de libertad. "Echa un cigarrillo por aquí", reclamaron, sin éxito, los presos al personaje que fumaba compulsivamente en el escenario pitillo tras pitillo.

Entre el público había muchos extranjeros y, aunque la obra, en gallego, no siempre resultó cómoda para todos de entender, la reacción a diálogos sobre la invasión de inmigrantes o la convivencia obligada con magrebíes y subsaharianos no se hizo esperar. "A mucha honra", lanzó un preso, aplaudido de inmediato por sus colegas de celda.

La última historia, escenificada en la Guerra Civil española con juegos de palabras para reivindicar la memoria histórica y denunciar la pérdida de sentido incluso del habla, fue quizás la menos entendida por un público que no dejó de dialogar entre sí y con los actores durante toda la función. Pero todo ello no impidió finalizar con una cerrada ovación de los 150 reclusos puestos en pie.

Un momento de la representación, el pasado martes en la cárcel de Teixeiro.
Un momento de la representación, el pasado martes en la cárcel de Teixeiro.GABRIEL TIZÓN

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