Gestos del martirio
En La douleur, Marguerite Duras reúne extractos de su diario referidos al final de la II Guerra Mundial, cuando Francia estaba a punto de celebrar el fin de la ocupación alemana y ella llevaba varios meses sin noticias de su marido. Robert Antelme, Robert L. en el texto, también escritor y miembro, como Duras, de la Resistencia, fue deportado a Dachau en 1944 tras caer en una emboscada de la que ella se salvó gracias a François Mitterrand. La douleur es el relato de esa espera, de una vida en suspenso. Y también el de la resurrección de Robert cuando, en condiciones infrahumanas, vuelve a casa y ella se queda con él para cuidarle. Nada dice la autora del amante que tenía entonces.
Dominique Blanc da voz al texto de Duras y aporta también sus gestos, unos movimientos en los que ha intervenido el coreógrafo Thierry Thieû Niang. Un poco como la Winnie de Días felices, de Beckett, Blanc-Duras se aferra al bolso que lleva, como punto de apoyo en su angustia, y lo vacía sobre la mesa que compone, junto con unas cuantas sillas, la escenografía del montaje. Lo saca todo y lo ordena mientras ordena de paso sus ideas. No recuerda haber escrito ese diario, pero sí recuerda, en cambio, lo que en él cuenta, y nos lo cuenta reviviéndolo. Sin histrionismo ni melodrama, Blanc nos adentra en la memoria de una época de la que ya se ha dicho todo, pero cuyo horror no deja de provocar consternación. Duras no nos ahorra detalles, Blanc no nos ahorra matices. El relato de los 17 días que Robert estuvo recuperándose en casa es estremecedor y la actriz francesa nos tiene a todos en ese momento con el corazón en un puño.
Patrice Chéreau ha vuelto al Temporada Alta de Girona con este austero montaje, que ha estrenado en el teatro de Salt, donde nos ofrece el texto de Duras prácticamente a pelo. La douleur es eso, una hora y media de intimidad con las formas del dolor.
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