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Muerte en la discoteca: los cierres

Réquiem por una sala rompedora y un paraíso 'dj'

En dos de las salas clausuradas ayer se han vivido noches mágicas e inéditas a partes iguales. Al sur, en la ribera del Manzanares, La Riviera ha sido testigo de los excesos de Pete Doherty, la pasión futbolera de los Arctic Monkeys —que vieron la final de la Champions del Barça contra el Arsenal en sus camerinos—, de cómo el ahora hosco Bob Dylan aceptó una flor de manos de una joven en el escenario o de los saltos de Damon Albarn, de Blur, encaramado al equipo de sonido. La lista de conciertos en esta sala ahora cerrada sería interminable. "Yo he visto allí los mejores conciertos de mi vida", relata el veterano periodista musical Jesús Ordovás. James Brown, Kraftwerk, Ray Davies de The Kinks… Además, es una sala muy bonita. Tiene un ambiente caribeño muy acogedor".

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Al norte de Madrid, en la estación de Chamartín, Macumba es otro de los lugares clásicos, que deja a la ciudad un poco más huérfana de música en directo. La discoteca también guarda varias historias a lo largo de sus 30 años de existencia. Desde el espectáculo del mítico ballet Zoom, creado por el realizador Valerio Lazarov, hasta conciertos de salvajes del rock como Pantera o Megadeth. Pero sobre todo Macumba es el templo de la música electrónica. Por su club Space of Sound han pasado los más respetados dj de la escena actual: Bob Sinclair, Cristian Valera o Felix Da Housecat, entre otros muchos. Pocos minutos después de su cierre, a las 18.00 de ayer, en su web ya se leían mensajes de indignación. "Este finde lo cierran ya?", preguntaba un forero en el idioma sms. "ke mínimo k una semana de margen, ¿no? Tenía maaaaaaaaaazo de ganas de ir...".

Aforo ideal

Las dos salas tenían sus pros y sus contras. Una de las grandes ventajas de La Riviera era su aforo, 2.500 personas. El sitio ideal para artistas a los que el Palacio de los Deportes (16.000) les quedaría grande y otras salas como Sol (550), demasiado pequeñas. La Riviera tiene el aforo ideal para Iván Ferreiro, que ha actuado ocho veces allí. "Es el sitio perfecto para mí. De hecho, es el único sitio. Y aunque el sonido no sea todo lo bueno que nos gustaría, se suple con otras cosas". Los días 28 y 29 Ferreiro había agotado las entradas para sus dos conciertos en La Riviera. Todavía no sabe qué ocurrirá.

En el centro de La Riviera hay tres palmeras. De ahí el ambiente caribeño. Impiden la visión del escenario desde la entrada. "Es por una cuestión de seguridad, para que no se aglutine la gente en la entrada", explican los responsables de la sala. "Volveremos a ver esas palmeras", confía Ordovás.

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