Los guardianes de la gracia

No hay en El duende de Cádiz ni un solo chiste. Pero sus páginas contienen centenares de carcajadas. Este libro, editado por la Diputación gaditana, es el resultado de una comida de más de cuatro horas. Minutos de conversación ininterrumpida en torno a una mesa con gambas, arroz, cerveza y vino que han quedado sobre el papel. "Ni Lola ni Rocío. La más grande de España es la madre de Romay", las risas las sueltan y las provocan siete gaditanos ilustres. Son historia viva de Cádiz aunque no todos saldrán en las enciclopedias. Ese almuerzo reconvertido en impresión acaba siendo un homenaje. Un monumento escrito a los que conservan y difunden la gracia gaditana casi sin pretenderlo. La gracia que no se elabora con un discurso preparado sino que bulle en la improvisación de una sobremesa.

"La idea era reunir a una serie de personalidades de Cádiz que han sido reconocidas pero que han estado al margen, arrinconadas por la cultura ortodoxa", explica Fernando Pérez Monguió, uno de los autores del libro. Su compañero de escritura, José Berasaluce, defiende que El duende de Cádiz contiene cultura. "Cultura no es la academia sino la perspectiva mundana que aportan estos siete personajes maravillosos. Su forma de mirar el mundo, su manera de actuar es cultura porque es identidad de los barrios del sur", asegura.

En esa mesa se han sentado siete constructores gaditanos de sus propias vidas. Han sido luchadores y supervivientes. Y uno de sus mayores éxitos es poder narrar con humor sus peripecias. José Ruiz Calderón fue de joven torero, negociador de gallos de pelea y después hostelero de uno de los negocios más emblemáticos de Cádiz, El Manteca, que le da el apodo por el que se le conoce. Gabriel Gómez puso la sede de este encuentro, la Venta de los Tarantos, en San Fernando. Un contador de historias, un derrochador de hipérboles no siempre basadas en la realidad. Juan Luis Muñoz es más conocido como El sabio de Tarifa, un amante de los tesoros que aporta el cerdo ibérico y que difunde en sus tabernas. El jerezano Manuel Cala es María Cala. "Mariquita porque maricón suena a bodega", suele autodefinirse. Emilio Gutiérrez Cruz, El Libi, y José Guerrero Roldán, Yuyu, son transmisores del mejor carnaval de Cádiz. Sus agrupaciones han triunfado y cada uno ha marcado su destino laboral en diferentes direcciones. El Libi con uniforme de vigilante; el Yuyu, con los micrófonos de Canal Sur.

El libro cuenta también con la presencia del cantaor Juan Ramírez Sarabia, Chano Lobato, aunque su delicado estado de salud le privó del suculento almuerzo. El duende de Cádiz está rematado con una grabación sonora de los mejores momentos de la conversación, realizada por Daniel Aragón, y una galería de los mejores momentos de la comida, captadas por el fotógrafo gaditano Joaquín Hernández Kiki. El prólogo es del periodista José Monforte.

Hay muchas risas transcritas en estas páginas pero también reflexiones. Análisis desde el punto de vista peculiar de estos protagonistas sobre asuntos tan diversos como el cambio climático, la religión, el paro, el derrotismo, las mentiras o la nostalgia.

El libro comenzará a venderse la próxima semana. Incluso ya se plantea una segunda parte. Los siete protagonistas del primer El duende de Cádiz juegan a repartirse golpes de ironía, conversan entre bromas por el terreno serio de la vida. No tienen estatuas pero son centinelas de una forma de ser y vivir, conservadores de una identidad, guardianes de la gracia.