Las vueltas al globo de tres viajeros forzosos
Esperanzas y miedos. Fueron dos palabras proféticas para tres chavales ingleses que querían ser estrellas del rock y terminaron por conseguirlo. Así titularon su primer disco Hopes and fears, y esas dos palabras adquirieron todo su sentido. Fama y velocidad. El sueño conseguido, pero también el miedo al abismo. El éxito después de nueve años de intentos. Pero también la ratonera. Hopes and fears significó algo más de una vuelta al mundo para Tim Rice-Oaxley, Tom Chaplin y Richard Hughes. Tres treintañeros encerrados en la locura de no dormir dos noches seguidas en la misma ciudad.
Eran los tres chicos que se atrevieron a hacer rock sin utilizar una sola guitarra. Y, encima, buen rock. El planeta entero quería ver y escuchar a los tarados que se empeñaron en darle protagonismo a las cuerdas de un piano. Vendieron cinco millones y medio de copias de ese disco y en 2004 hicieron cuatro giras por Inglaterra (su casa) y Europa y se recorrieron cinco veces Estados Unidos solitos o teloneando a los mismísimos U2. Una locura.
Sin embargo, Tim Rice-Oaxley sabe ver el vaso medio lleno: "No importa que todo sea vertiginoso, que las estancias en las ciudades nuevas que visitas sean casi por horas. Todo lo que ves, si sabes mirarlo, te parece emocionante. Es nuevo. Interesante". Son las palabras del compositor y líder del grupo. De un tipo tímido que está sentado en un sofá de la sala La Riviera de Madrid antes de su concierto el pasado día 11.
Después de las esperanzas y los miedos, llegó la inmersión en el mar de acero. Under the iron sea fue su segundo trabajo. Y otra gira mundial en grandes estadios en 2007. La locura de viajes fue de tal calibre que ese trabajo fue compuesto en aviones, autobuses, furgonetas, trenes, hoteles de todo el mundo durante su primera gira. "Grabamos parte de ese disco en Nueva York, la ciudad en la que salir del estudio a por un par de cafés puede ser una aventura estupenda".
Y si esos poemas con música fueron escritos a lo largo y ancho del planeta, ¿cómo no iban a estar llenos de atmósferas de mil lugares? "Todas las canciones de nuestros tres discos, creo que podría identificarlas con espacios determinados del globo. Atlantic, por ejemplo. Escribí la mayoría de ese tema en un avión mientras cruzaba el océano. En Barcelona surgió una de las mejores canciones de Under the iron sea. No tengo ni idea de por qué salió allí, pero fue en la piscina de un centro de deportes municipal. Las canciones, si me paro a mirarlas desde esa perspectiva, tienen como una especie de pasaporte. No salen en un solo día... Cristal ball, ese tema barcelonés, también fue compuesta en Rimini, en Florida... Y, quieras o no, toman parte de la atmósfera que estás viviendo. De los lugares por los que te ves obligado a vivir".
Keane ha grabado su último trabajo, Perfect symmetry, entre Inglaterra, París y Berlín. Una colección de canciones que la crítica ha considerado su mejor disco hasta la fecha. "Berlín fue un golpe incluso más grande que París para nosotros. Tiraron un muro, es un lugar en el que en el aire está la historia contemporánea, pero además se respira electricidad. Las ideas artísticas te asaltan por las calles como ladrones, aunque no quieras, y está absolutamente viva. Es como el Nueva York de los setenta o los ochenta: imparable".
Los tres sin guitarras, que han decidido sucumbir a las seis cuerdas en esta nueva entrega, son viajeros obligatorios. Pero saben mirar. "El sencillo del segundo disco me lo contó al oído la catedral de Colonia. Un edificio que no es un edificio. Es una metáfora de supervivencia", afirma Rice-Oaxley.
De Madrid, se quedan con la noche. "Estamos contentos. A esta ciudad la deberían rebautizar como 'la noche es joven".
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