Comolli no era Monchi
Juande, destituido por el Tottenham, sufrió la política de fichajes de un director desacertado
Hasta el sábado por la noche,Juande Ramos era el entrenador del Tottenham. Vivía relativamente tranquilo. No era el típico mánager inglés. No era uno de esos ejecutivos cuyos poderes abarcan desde el campo de entrenamiento a la confección de la plantilla. Juande sólo entrenaba. A cambio, recibía siete millones de euros anuales. Del mercado se ocupaba un hombre con fama de arrogante: el francés Damien Comolli, director deportivo al estilo continental. Es decir, al estilo de Ramón Rodríguez, Monchi, director deportivo del Sevilla.
El técnico manchego estaba cenando en el hotel de concentración de Londres, el sábado a última hora, cuando un empleado del club le dio la noticia. Estaba destituido. Para Juande fue una sorpresa. El español esperaba que el club echase a Comolli y no a él. El equipo había conseguido dos puntos en ocho jornadas de Liga y ocupaba la última posición de la tabla. Pero la plantilla era un producto de Comolli. Comolli había fichado al casquivano Pavlyuchenko, al mediocre Bent, y al inclasificable Sokora. Comolli había vendido a Keane y a Berbatov a dos horas del cierre del mercado. Comolli había creado un problema demasiado grande. Juande no logró superarlo. Su sustituto, Harry Redknapp, que se sentó ayer en el banquillo frente al Bolton, dio el primer paso: el Tottenham ganó 2-0. Su primera victoria de la temporada.
Juande tenía fe en el modelo conservador británico. Pensaba que, puesto que su contrato se extendía hasta 2011, el consejo de administración tendría paciencia. Al final, tras presenciar la derrota ante el Udinese en la Copa de la UEFA (2-0), y presa del pánico, el máximo accionista, Daniel Levy, cortó por lo sano y arrasó con toda la estructura técnica. Al paro se fueron Ramos, sus ayudantes, Marcos Álvarez y Gustavo Poyet, y, además, Damien Comolli. Ayer, Juande publicó una frase en su portal de Internet. Fue el epitafio de un hombre decepcionado con el modelo que creía impermeable a las chapuzas: "Los resultados son los que mandan en el fútbol y todos sabemos cómo funciona este mundo".
Juande llegó al Tottenham procedente del Sevilla, equipo al que abandonó en mitad de temporada, hace exactamente un año. Cuando firmó el contrato cumplió su gran sueño. Siempre había querido trabajar en el fútbol inglés. Estaba convencido de que allí el negocio conservaba una pureza única. Al cabo de un año de aventura fue víctima de las mismas urgencias que gobiernan el fútbol en cualquier parte. A los dueños del club no les importó que él no fuera el responsable de los fichajes. Levy creyó que Comolli, al que contrató en 2001, no debía asumir toda la culpa.
Comolli fue la gran apuesta de Levy. Formado como jugador y como técnico en la escuela del Mónaco, llegó al Tottenham para dirigir un proyecto análogo al de Arsène Wenger en Highbury. Ambos habían participado como socios en la captación de futbolistas para el Arsenal y provenían del mismo ámbito. Esto, sin embargo, no los hacía idénticos. Desde la llegada de Comolli el Tottenham ha vivido en crisis. El año pasado, tras ser destituido, el predecesor de Juande, Martin Jol, se justificó diciendo que no había fichado. Ahora Juande sabe que el fútbol inglés es igual de implacable que cualquier otro. Y que Comolli no es Monchi.
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