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Crónica:Octava jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Locura de goles en El Madrigal

El Atlético empata a última hora ante un Villarreal que aprovechó la expulsión de Banega para pasar de un 0-2 a un 4-2

El fútbol tiene cosas extrañas que lo hacen apasionante y bello. El Villarreal y el Atlético dejaron un encuentro para recordar por los aciertos y errores, las alternativas en el marcador y los ocho goles. Si el Atlético está en el terreno de juego, puede suceder de todo. Fiel a su leyenda maldita, le cuesta ser feliz. La estabilidad le sume en el hastío. Vive con exaltación todo lo que le acontece. Las penas y las glorias le hacen pasar de la alegría a la depresión con rapidez, en lo que dura medio partido.

El Atlético se suicidó para después renacer. Un enorme Villarreal ayudó en mucho a su derrumbe y su reacción. Banega se expulsó a la media hora porque quiso y dejó a su equipo en inferioridad cuando contaba con una suculenta ventaja de dos goles. Nada más dar comienzo el segundo acto, Leo Franco, con el primer gol, absurdo, dio esperanzas al Villarreal, que consiguió avergonzar a su rival con tres más que engrandecían su presente. Pero el Atlético, en un arranque de orgullo y con un gran Simão, logró empatar un duelo loco ante un Villarreal sorprendido con el desenlace.

VILLARREAL 4 - ATLÉTICO 4

Villarreal: D. López; Venta, Gonzalo, Godín, Capdevila; Cazorla (Cani, m. 65), Senna, Bruno, Pirès (M. Fernández, m. 83); Rossi y Llorente. No utilizados: Viera; Ángel, Fuentes, Edmilson y G. Franco.

Atlético: L. Franco; Seitaridis (A. López, m. 46), Heitinga, Domínguez, Pernía; Maxi, Assunção (R. García, m. 60) Maniche (De la Cuevas, m. 76), Banega, Simão; y Forlán. No utilizados: Bernabé; Pablo, Agüero y Sinama.

Goles: 0-1. M. 1. Simao. 0-2. M. 22. Forlán. 1-2. M. 48. Senna. 2-2. M. 51. Llorente. 3-2. M. 58. Gonzalo. 4-2. M. 68. Rossi. 4-3. M. 83. Simão. 4-4. M. 85. Raúl García.

Árbitro: Undiano Mallenco. Expulsó a Banega por doble amonestación (m. 37). Amonestó a Simão, Senna, Maniche y Gonzalo.

Unos 22.000 espectadores en El Madrigal.

Todo lo pasado tuvo su comienzo apenas pasados unos segundos del inicio. Simão, emulando a Van Nistelrooy una semana atrás, iluminó al Atlético. Se revolvió en el borde del área y su disparo, tras golpear el travesaño, se coló en la portería de Diego López, que, bien colocado, nada pudo hacer. El tanto rojiblanco dio una inesperada dimensión al partido y aumentó, si cabe, la pasión con la que se enfrentan en las últimas temporadas ambos equipos, rivales directos con idénticas miras.

Obligado a nadar contracorriente, el Villarreal no se descompuso en la fatalidad. Aceleró su habitualmente pausado juego dando la sensación de poder equilibrar el marcador con prontitud. Con cinco centrocampistas y sin Agüero, el Atlético apenas disfrutaba del esférico. Bastante tenía con apaciguar la febril reacción amarilla. Los ánimos se calentaron más en los locales, que consideraron que una torpe y liviana entrada de Heitinga a Rossi en el área de Leo Franco era merecedora del máximo castigo.

En el arreón del Villarreal encontró el Atlético espacios para los contragolpes. Y, a la primera ocasión que dispuso, dobló su renta en una perfecta incursión por la banda izquierda de Simão que Forlán hizo buena al aprovechar el blando despeje de Godín. El delantero uruguayo, obviando su pase por El Madrigal, celebró el gol, como ya había anunciado. La situación del Atlético en la Liga no admite gestos románticos.

El segundo gol dio validez al esquema planteado por el preparador mexicano, si bien, a buen seguro que en su visión previa jamás imagino tal desarrollo. Pero en la genética del Atlético subyace la autodestrucción. En dos entradas intrascendentes, Banega se expulsó del terreno de juego. Aguirre contaba ya con la excusa y la coartada para el devenir del juego. El partido tenía una sola dirección y dos propuestas antagónicas. El Villarreal atacaba sin remisión y el Atlético, que, como buenamente podía, achicaba espacios y se defendía con todos, abrazó suspirando el descanso.

Lo conseguido por el Atlético en el primer acto se quedó en nada en un suspiro, en 15 minutos que aunaron la inspiración y la desgracia. Senna, el centrocampista que mejor lee los partidos, ofrece una variante más al prolífico ataque del Villarreal. Cuando los encuentros se atascan, le da por probar desde lejos la pericia de los porteros. Y a Leo Franco le dio, como los suramericanos acostumbran, por poner el pecho en vez de las manos para blocar el duro y previsible lanzamiento del hispano-brasileño. Aturdido por el gol en contra, el Atlético cedió enseguida dos tantos más, de Llorente y Gonzalo, en los límites del fuera de juego. En menos de 15 minutos, el Villarreal pasó de derrotado a vencedor. Incluso consiguió un cuarto gol. Pero el Atlético jamás se rindió. Así, al final, fuye capaz de resucitar.

Forlán y Godín persiguen el balón.
Forlán y Godín persiguen el balón.ÁNGEL SÁNCHEZ
El Villarreal y el Atlético de Madrid dieron un auténtico recital de fútbol ofensivo hoy en El Madrigal al anotar entre ambos ocho goles para finalmente empatar (4-4). Javier Aguirre, entrenador del Atlético de Madrid, reconoció que su equipo estaba "muerto" tras perder una ventaja de dos goles y encontrarse 4-2 en contra."El fútbol tiene estas cosas, cuando estábamos bien muertos y ellos caminando sobre la cancha y haciendo florituras, nos encontramos con que el orgullo nos llevó a sacar el partido y en la última de Forlán pudimos hasta lograr hasta un premio mayor", explicó.Por su parte, el jugador del Villarreal Santi Cazorla, afirmó que "nos hemos quedado todos con cara de tontos"."Que con un jugador más, en dos minutos te empate el Atlético cuando ellos daban el partido prácticamente por perdido, sabes que es una oportunidad perdida y no hay mucha explicación para lo que ha pasado", ha asegurado el centrocampista internacional.Vídeo: AGENCIA ATLAS

"Sacamos el orgullo", resalta Aguirre

Todos los aficionados que tuvieron la oportunidad de ver el encuentro de ayer en El Madrigal coincidieron en lo extraño de lo sucedido en los 90 minutos de juego entre el Villarreal y el Atlético. Los dos entrenadores achacaron lo acontecido a "la grandeza del fútbol". Con ello explicaron lo inexplicable.

Para Javier Aguirre, el empate en El Madrigal tiene una lectura más positiva a nivel anímico que el valor del punto cosechado. "Hemos roto esta dinámica de mierda que llevábamos. El empate refuerza el espíritu del equipo", afirmó el técnico rojiblanco. Con todo, el Atlético concluye el periplo ante cuatro rivales directos -el Sevilla, el Barcelona, el Madrid y el Villarreal- con sólo un punto.

Aguirre insistió: "Sacamos el orgullo cuando estábamos muertos. Incluso al final Forlán pudo darnos los tres puntos". En cualquier caso, el mexicano se responsabilizó de todo lo malo que su conjunto ofreció. "No podemos enjuiciar a 25 jugadores. Mi responsabilidad es la máxima porque soy el que hace las alineaciones", argumentó sin querer achacar el desastre de su equipo en gran parte de la segunda mitad a la expulsión de Banega. Aun así, reconoció: "El equilibrio se rompió con la expulsión cuando habíamos logrado dos goles al principio sin merecerlo".

Para Manuel Pellegrini, el Villarreal regaló dos puntos. "Jugamos muy bien 85 minutos y nos relajamos cuando pensábamos que el partido estaba controlado", manifestó con tristeza el entrenador chileno.

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