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REINO UNIDO | Laboratorio de ideas

Paga ahora, preocúpate luego

El Reino Unido se ha adentrado de lleno en el territorio de los rescates bancarios. Puede que el viaje acabe costando caro. A primera vista, no hay mucho de qué preocuparse. Aunque el Gobierno inyecte la totalidad de los más de 62.000 millones de euros de capital suplementario que ofreció el 8 de octubre y aunque se perdiera el 20% de los 311.000 millones de euros de préstamos que se podrían garantizar, el pasivo total exigible al contribuyente sería de sólo 124.000 millones de euros más aproximadamente.

Esto equivale a cerca del 6% del PIB, más o menos lo que el Gobierno pediría prestado para financiar el déficit durante una mala recesión. Si a todo el coste de los rescates se le añade la cuenta oficial de la deuda (al Gobierno le gustaría esquivar ese tratamiento contable), la deuda del Reino Unido ascendería a sólo un 50% del PIB, lo que sigue siendo respetable según la norma europea. En Italia supera el ciento por ciento.

Pero si se mira más de cerca, resulta desconcertante. Al proporcionar una garantía implícita de los depósitos y un apoyo para los préstamos -por no hablar de la disposición del Banco de Inglaterra a quedarse más tiempo con activos de mala calidad en su balance respaldado por el Estado-, el Gobierno ha traspasado una de las líneas divisorias básicas entre el sector público y el privado. Los contribuyentes y los bancos han pasado a estar mucho más interconectados.

Esto hace que algunos datos bancarios estén mucho más cerca de la cuenta del Gobierno. En conjunto, las deudas de Royal Bank of Scotland, Barclays, HBOS y Lloyds TSB ascienden a unos cinco billones de euros, es decir, unas 3,5 veces el PIB. Esto se compensa con los activos gananciales, pero si se consideraran como obligaciones supeditadas al Estado, el Gobierno de su majestad la reina parecería alarmantemente apalancado.

Al abstenerse de controlar la gestión de forma directa, el Gobierno espera mantener estas deudas fuera de su balance oficial. Pero las posibles obligaciones están ahí, quieran o no quieran admitirlo los guardianes estadísticos. Una recesión larga y profunda en la que se desplomaran los precios de los activos podría llevar al contribuyente británico a incurrir en graves pérdidas.

El Gobierno británico, cuya deuda está toda en libras esterlinas, siempre puede hacer efectivas sus obligaciones, al menos en términos nominales. A pesar de los riesgos inherentes a la impresión de dinero, la inflación que erosiona la deuda podría volverse más atractiva desde el punto de vista político en circunstancias nefastas. Ahora mismo, la deflación de la deuda es una amenaza mayor que la de la inflación. Pero a veces un tipo de exceso financiero puede dar lugar a otro.

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