Limpiando los espacios muertos
Los jóvenes acondicionan el edificio 'okupado' del cementerio de la Almudena
La entrada al cementerio de la Almudena bulle de actividad. Entre coches de azabache y familias desalentadas por las pérdidas de sus seres queridos, decenas de jóvenes se esmeran por recuperar lo que ellos llaman "un espacio muerto". Se trata de uno de los edificios anexos a la entrada a la necrópolis. Sábanas pintadas de rojo y negro cuelgan de las ventanas. "Liberando espacios", rezan. Tras el lema, decenas de jóvenes de los barrios de La Elipa y Quintana, dispuestos a sacar de la nada un centro sociocultural en el que organizar actividades culturales y de ocio. Entraron hace una semana y no piensan marcharse.
Frente a la puerta de acceso, dos coches patrulla de la policía identifican a quienes se acercan a ver a los okupas, que han puesto candado a la verja. "Es normal que vengan", explica uno de los jóvenes al marcharse los agentes. "Y es por eso por lo que tenemos que quedarnos aquí, para que no puedan quitarnos el edificio por la noche mientras no estemos, quitar nuestro cerrojo y poner el de la poli".
Al menos 15 personas duermen allí cada día para evitar que los expulsen
Al otro lado de la cancela empieza el caos. Polvo, maderas rotas, escombros... Cerca de dos docenas de jóvenes pululan por las plantas del edificio: barren, recogen, limpian y sacan basura. "El suelo está hecho polvo, vamos, no hay suelo", comenta otro joven de pelo casi rapado y sudadera ancha. "Tendremos que poner tarima o algo. Y ventanas, que están rotas. Luego, las puertas, que no hay". "De materiales, todavía, no tenemos nada", añade una chica que, como el resto de sus compañeros, prefiere no identificarse, "pero ganas nos sobran". "Aquí no vive nadie, todos tenemos nuestras casas, donde vivimos, comemos, nos duchamos...", cuenta el de la sudadera.
El día a día es un continuo ir y venir de pequeños grupos. Cuando hay luz natural, se dedican a arreglar el edificio por dentro. Pasan allí la noche en sacos y colchonetas. Mientras, hacen turnos de vigilancia. "Siempre nos quedamos por lo menos 15 cada noche para que si nos quieren desalojar sea más difícil. Y montamos guardias, por parejas, de hora y media. Durante toda la noche. Las patrullas vienen y tantean cuántos somos con los focos. Tenemos que proteger el edificio", explican. Los que duermen, lo hacen en los diferentes pisos. "En general, nunca solos, el edificio tiene muchos ruidos y pasar aquí la noche da un poco de yuyu", reconoce otro chico.
"Vamos a la universidad. ¿Alguien se apunta?", pregunta una okupa desde el otro lado del edificio. Unos, a la Complutense; otros, a la Autónoma. Hay estudiantes de filología, magisterio, medicina... "Algunos trabajan durante la mañana y se acercan por la tarde a echar una mano y hacer guardia", explica un chaval espigado de unos 18 años con los pantalones llenos de polvo.
Muchos vecinos del barrio apoyan la iniciativa. Los mayores, porque han visto el edificio deslucirse durante décadas. El edificio, abandonado desde los años ochenta, pertenece a la Empresa Mixta de Servicios Funerarios, de la que el Ayuntamiento de Madrid posee el 51%.
"No sabemos cuánto puede durar esta situación, pero vamos a arreglar el edificio", asegura el chico espigado. "Haremos aulas para dar clases de español, de refuerzo para jóvenes, actividades para mayores, asesoría, talleres, salas de ensayo...".
En las próximas reuniones de la asamblea decidirán nuevas acciones en el centro. "La idea es darle al barrio lo que pide", resume un chico, abriendo la verja a sus amigos. Entran refuerzos. Suben las escaleras y vuelta al tajo.
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